200 años luchando por la independencia
Desde el primer grito de la independencia en 1809, el pueblo de Quito se ha caracterizado por su rebeldía e ímpetu frente a la tiranía. Después de las gestas libertarias de aquella década, las batallas de independencia de las naciones suramericanas permitieron la derrota de la corona española y el surgimiento de la época republicana.
En la actualidad, al igual que en aquel entonces, las manifestaciones en contra de las políticas antipopulares y neoliberales que hoy se dan en nuestra América, han surgido tras las manifestaciones del Ecuador de inicios de octubre de este año, especialmente, por las concentraciones del movimiento indígena y organizaciones sociales en la capital ecuatoriana. Tras las protestas en Ecuador, a manera de dominó, se encendieron protestas en Perú, Panamá, Chile, Bolivia y Colombia.
Esta “primavera suramericana” se ha dado gracias a que a la aplicación de políticas económicas regresivas, que han exacerbado el malestar de las grandes mayorías. La población que había observado la reducción de la pobreza de millones de suramericanos, el acceso a oportunidades y el ejercicio pleno de derechos de primera, segunda e incluso tercera generación -durante el periodo progresista- ha reaccionado ante el retroceso causado por gobiernos de derecha, aliados a los Estados Unidos y subordinados a sus intereses. El neoliberalismo ha sido un fracaso rotundo y los ciudadanos suramericanos no permitirán que se continúen implementando políticas económicas que han causado empobrecimiento, desigualdad e inequidad.
Solo bastaba que un pueblo se levante para que el resto haga lo propio, aunque claramente no sería tan fácil vencer los intereses, financiamiento y apoyo de los Estados Unidos a los gobiernos títeres de Moreno, Piñera o Duque. En el Ecuador, se derogó el Decreto 883, mismo que eliminaba subsidios a los combustibles. En Chile, se han alcanzado conquistas representativas como la decisión del gobierno de Piñera de comenzar con un proceso constituyente. Pero dichas conquistas no son suficientes frente a la represión y violencia empleada por las instituciones que monopolizan la vionelcia en cada Estado. Violaciones de los Derechos Humanos, fuego y sangre han caracterizado las manifestaciones: 12 víctimas, miles de heridos y cientos de ciudadanos judicializados en el Ecuador; más de 25 víctimas y 2000 heridos en Chile; más de 18 víctimas y decenas de heridos en Colombia. Mientras los organismos del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, como la CIDH, guardan silencio y hacen pantomimas a manera de mimos que callan y otorgan autoridad a los gobiernos para que continúen reprimiendo. El Estado de Derecho ha desaparecido, pero la población no se ha dejado subordinar.
Además de las protestas sociales en contra de los gobiernos de derecha, debemos sumar las legitimas protestas de los hermanos bolivianos por el respeto a la democracia y al gobierno electo de Evo Morales. Frente a la coyuntura regional de caos y desorden, la derecha conservadora boliviana -en indudable acompañamiento y apoyo de Washington- generó el escenario necesario para dar un golpe de Estado. Aprovechando el momento y pescando a río revuelto la oposición blanqueada boliviana junto a mandos militares y eclesiásticos, rompiendo la línea de sucesión, posesionaron a la opositora Áñez como presidenta interina. El gobierno de facto cuenta ya con 32 víctimas y más de 2800 heridos.
En todos los casos se observa una persecución implacable contra grupos sociales y representantes políticos. De hecho, se han denunciado ya la existencia de presos políticos representantes de la Revolución Ciudadana y del Movimiento al Socialismo, que han sido judicializados, sin el debido proceso, en Ecuador y en Bolivia. Desapariciones forzadas en Chile y en Colombia en donde líderes sociales han sido los primeros objetivos de las fuerzas policiales. Silencio de los medios tradicionales, censura a los medios alternativos y a las redes sociales han sido utilizadas como estrategias útiles para la descontextualización, deslegitimación de las manifestaciones, así como, la caracterización de estas como violentas.
Son 200 años de lucha por una independencia que merezca el nombre. Así como en 1809, Quito dio el primer grito de la independencia, en el 2019 el pueblo del Ecuador fue el que dio la pauta al resto de naciones para que reaccionen ante la opresión de quienes pretenden gobernarnos en Suramérica. Únicamente Haití antecedió en El Caribe las movilizaciones en el continente, manteniéndose en pie hasta el día de hoy. Las naciones y los pueblos se hermanan y se solidarizan, pero también se activan para demostrar que unidos somos más fuertes y que además debemos ser los únicos que definamos nuestro futuro y nuestro destino. Las luchas continuarán, mientras los mandatarios se aferran al poder, y terminarán solamente cuando la victoria del pueblo se dé. Los suramericanos han reaccionado, y cada gota de sangre derramada por felones gobernantes, dará como resultado el surgimiento y germinación de una sola consciencia, de una sola lucha y de una sola identidad: la independencia de Suramérica.