Apuntes para lo que se nos viene
Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Mateo 7:15-16
Apelando a esta narrativa bíblica, el retorno al neoliberalismo es producto de estos falsos profetas, defensores de la -entre comillas- democracia y el libre mercado, que llegaron denunciando al demonio, y triunfantes ingresaron a Sion luego de su victoria contra el mal y ahí encontraron unidad, paz y libertad[1].
Hago esta analogía con lo ocurrido luego de conocer los resultados de las elecciones del pasado 11 de abril. Las muestras de alegría sin límite de un sector de la clase media, de la burguesía empresarial, y de sectores populares que miraron en las promesas (y los odios), construidos por los empresarios del marketing de la candidatura de Lasso y el poder gubernamental, como el supuesto retorno a las libertades despojadas por la dictadura -nuevamente entre comilllas- del gobierno de la revolución ciudadana o del correísmo -correato como se lo enuncia-.
Sin embargo, me referiré más bien a lo que se nos viene. Estos profetas vestidos de ovejas, nos traen buenas nuevas, el regreso a las libertades que nos ofrece la democracia y el libre mercado, imagino que irán consolidando lo iniciado con el morenismo, y el lassismo[2] reforzará las estrategias neoliberales para el proceso de apropiación de los recursos y áreas estratégicas del Estado.
Se nos viene la privatización. Para ello utilizarán discursos que ya los pusieron en práctica por el actual gobierno, y utilizando los medios de comunicación nos mostrarán por ejemplo, los supuestos elefantes blancos de las hidroeléctricas. O nos mostrarán grietas en su infraestructura, que demuestran que esa construcción la vuelve inútil. Cuando eso ya nos llame la atención, entonces dirán que el costo es el doble del costo real, y luego nos dirán que la única manera de volverle operativa es privatizándola. Mágicamente lo que no servía, se mostrará como eficiencia, valor y ganancia, en manos de la empresa privada.
Esta estrategia será utilizada con los servicios de salud, la educación, el petróleo, el agua, y todo lo que pueda generar ganancia. El problema es que no hay indicio de que el neoliberalismo haya elevado la calidad de vida de la gente, al menos en América Latina. Ya lo vivimos en carne propia en las décadas anteriores, desde el retorno a la democracia.
El proceso de privatización se sostiene con estrategias de violencia de Estado. Hemos observado como el presidente electo va consolidando las relaciones con el bloque neoliberal fascista de América Latina: Duque y por detrás en la sombra Uribe, Bolsonaro, Piñera, y otros, alineado ya con la OEA y declarado socio estratégico de los EE.UU.. El Sr. Lasso seguramente adoptará la formula cero tolerancia con cualquier intento de expresiones populares de rechazo a las políticas de gobierno. Ya se manifestó en Octubre de 2019 en esa línea. No sería raro que la lógica de la violencia se vuelva política de Estado, ahora con una ley del uso progresivo de la fuerza, que le da mayor legalidad a la violencia de Estado: indicio del retorno al Febres Corderismo.
El éxito del neoliberalismo se basa particularmente en la explotación y la precarización del trabajo, la tercerización y la flexibilización laboral son los artilugios. Es ahí donde las mayorías trabajadoras serán las sacrificadas para maximizar las ganancias, la clase media perderá el poder adquisitivo y entraremos en un proceso de empobrecimiento agudo, como en la década de los 80 y 90 del siglo anterior. Estos dispositivos que se localizan en la empresa privada, se complementa con la maximización de recursos en las instituciones del Estado y su reducción, que significa continuar con el despido de trabajadores del Estado. En consecuencia se incrementarán las tasas de desempleo y de pobreza, en cambio se engrosará el capital privado[3], obviamente en pocas familias.
Este proceso nos coloca en peores condiciones de las que ya vivimos actualmente. El neoliberalismo se fortalecerá con el gobierno de Lasso y de las elites, y con ello el malestar psicosocial se agudizará: el sufrimiento se expresa en la inseguridad, las violencias de todo tipo y el incremento de suicidios, entre otros como formas de dolor social. Retornamos a la experiencia, vivida en las décadas de los 80, 90 sobre el incremento de niños y adultos de la tercera edad ,viviendo en calle como uno de los resultados del neoliberalismo y una de sus más graves consecuencias, serán parte de lo cotidiano. Ya lo estamos viviendo, y será inminente su agudización en este nuevo gobierno.
Si bien esta mirada para algunos puede ser pesimista, no lo es, el neoliberalismo como régimen social traza este itinerario, y quienes ya lo vivimos, lo sabemos.
[1] Es muy probable que este párrafo sea cuestionado, por el mal uso de estas narraciones.
[2] Uso los ismos para ponernos a tono de los relatos de los diversos actores.
[3] Ojo, sus ahorros no son capital privado, el capital son las grandes fortunas de las burguesías empresariales, si ud. Aspira a tener este tipo de capital resulta imposible, Lasso no es un emprendedor como Ud.