Loja: la participación política, un deporte de élite
Analizar el panorama político local de Loja resulta complejo y desesperanzador, es como ver una película de ciencia ficción al estilo Guerra Mundial Z, con zombis que se disputan el recurso público. El contexto post revocatorio impuso en la municipalidad, consciente o no, una línea de incapacidad administrativa de quien quedó al frente de la institución. Muchos dirán que la revocatoria al "Chato" fue un error. Pero no, el problema va más allá de este acto legítimo y democrático en manos de la ciudadanía. El municipio y sus administradores departamentales quedaron en funciones, con un cabildo activo, aunque incapaz de cualquier decisión.
Esta incapacidad administrativa desnuda una idea de complot que tiende la alfombra al exalcalde para su postulación en estas elecciones. Digo esto porque durante la administración municipal en el período de Piedad Pineda, el acto más complicado que hizo fue cruzarse de brazos para que la ciudad entre en caos y con esto legitimar el garrote y el autoritarismo como una necesidad para el orden de los lojanos. Acuso aquí al cabildo y todos sus integrantes de ser cómplices y encubridores de esta lastimosa realidad. Claro, los concejales tenían entre ceja y ceja el cálculo político como fin último, típico del sistema político ecuatoriano. La preocupación principal ante el fraccionamiento político era encontrar un carrito que les permita treparse a las próximas elecciones.
Hoy tenemos ocho candidatos inscritos legalmente en la disputa por llegar al sillón de mercadillo. Estos son: Nívea Vélez (CREO-CONVOCATORIA), Jorge Bailón Abad (CENTRO DEMOCRÁTICO), Claudio Eguiguren (MOVIMIENTO CONCERTACIÓN), Patricio Valdivieso (RENOVACIÓN DEMOCRÁTICA), Jaime Villavicencio (ÚNETE AL CAMBIO), Franco Quezada (DEMOCRACIA SÍ), Rodrigo Vivar (APLA), y José Bolívar Castillo (ARE). Los postulantes, en la construcción de sus discursos configuran 3 características transversales: son retóricos al intentar gestar una reflexión del pasado en la memoria colectiva, agresivos porque enmarcan sus ideas en la acusación mutua al otro, un negativismo frontal que desde ya nos dice cuál sería su proceder en caso de alcanzar su objetivo, y son hasta románticos cuando creen que sus ofrecimientos: “casas por aquí, igualdad por acá, participación por allá, empleo por acá y otras quimeras que sabemos no cumplirán” dependen solamente de ellos.
Creen que al llegar a la alcaldía el poder les permitirá de forma inmediata transformar una realidad que no puede deconstruirse si no es con la unidad de todos. La realidad de Loja nos muestra carencia de fuentes de trabajo, desigualdad estructural, falencias en el ordenamiento territorial, escasa atención en la zona rural, falta de alcantarillado, agua potable y una escasa visión de la ciudad que necesitamos. Se requieren soluciones, y estas no dependen solamente de la voluntad política de quien llegue a la alcaldía, sino que obedece a factores del cálculo y la invención negociadora en el sistema político nacional de quien esté al frente del municipio.
El presupuesto otorgado a la institución no es suficiente para saldar el déficit social de los lojanos. Recordemos que los 109 millones 395, 415 dólares con 11 centavos han sido prorrogados para el 2019, por no tener autoridad legítima, o ¿será el temor a asumir el reto de defender a Loja y saldar sus necesidades?, ¿dónde se extravió el discurso de: quiero ser candidato para luchar por las necesidades de Loja? En fin, el presupuesto para el 2019 al igual que el 2018 se invertirá en un 35% para gasto corriente y el saldo restante para obras de inversión en el cantón, pero ¿de dónde obtendrán el dinero para concretar sus ofrecimientos?
Recordemos que la municipalidad tiene deudas acumuladas y que a duras penas con el saldo restante tienen la obligación de cancelarlas, si es que no quieren verse enjuiciados por los contratistas, ahí se justifica el alza de impuestos. Con candidatos que juegan al papel de la moralidad y acusan al resto de gobernantes por sus defectos, pero no se dan cuenta que deberán acudir a ellos para obtener recursos adicionales si es que algo quieren construir. Aquí ya tenemos una dicotomía en el proceder político. Lástima…
El ofrecimiento de solucionar los problemas de la sociedad lojana evidentemente es una alegoría a la demagogia. Sin dejar de lado el cálculo político de cada tienda partidista, costumbre que entierra las aspiraciones de las clases menos favorecidas. Nos hablan de cambio generacional y vemos a diario a las figuras más representativas y tradicionales que han hecho de la política su forma de vida, convirtiéndose sin querer o queriendo en los empresarios de la política local, que como cualquier inversionista ven en la política la posibilidad de acumular prestigio para sí, de centralizar el poder que les permite demandar el respeto y la lealtad, aunque para conseguirlo acudan a actos bochornosos como el cobro de diezmos para la sostenibilidad de sus organizaciones. De ahí nos vienen con discursos de que los aportes son voluntarios. Es sencillo darnos cuenta de cómo funciona el sistema de partidos en la localidad y en el país, que, sin ánimo de asustar a nadie, es un método que ha pululado como forma de supervivencia de la democracia nacional.
Sorprende tristemente ver como se rasgan las vestiduras los demócratas de la patria, impolutos de la decencia que en el fondo son conscientes que es una realidad que nos apremia, pero cualquier pronunciamiento es bueno para obtener segundos de popularidad e inmiscuirse de alguna forma en el juego político para obtener prestigio intelectual. Lo más doloroso es ver a una sociedad que no despierta de la realidad política que nos aqueja y aunque no es nuestra culpa, la aceptamos como nos enseñaron en la Iglesia a aceptar los designios de la élite gobernante. Y la aceptamos no por voluntad, sino por la falta de tiempo y recursos para inmiscuirnos en procesos políticos que transformen nuestra desgastada democracia. Las elecciones 2019 nos encontrarán como todas, sin una opción confiable.