De la geopolítica del conocimiento a la revolución cognitiva
En la actualidad, las crisis múltiples del capitalismo evidencian un mundo marcado por pugnas interimperialistas entre potencias globales que bregan para posicionarse como nuevos hegemones que dominan la economía mundial. Esto se evidencia en las recientes dinámicas que el sistema capitalista y su geopolítica del conocimiento emplean para generar cambios y controles biopolíticos, valiéndose de los distintos ambientes epistemológicos, científicos, comunicacionales, tecnológicos y virtuales para establecer nuevos procesos de acumulación, control y disciplinamiento social. En tal sentido, la producción de bienes inmateriales como: los conocimientos y saberes colectivos forman parte de la nueva industria cultural que circula en los diferentes mercados cognitivos, de ahí que, el imperativo económico, político y social de la época actual se centra en quienes dominan los conocimientos, narrativas e información, controlan el mundo.
El capitalismo cognitivo
Abordar estas perversas lógicas geopolíticas nos permite comprender que la hiperglobalización que promueve el orden económico vigente encarna la figura de un gigantesco Ciberleviatán que privatiza y devora todo saber colectivo. Esto conn el fin de instaurar un tecnopoder a escala planetaria, donde el conocimiento, los datos, metadatos, información y algoritmos son la materia prima que usan las grandes corporaciones para imponer economías y monedas digitales que están sostenidas por un cyberproletariado que crea y consume productos intangibles. “Nos encontramos pues ante la patrimonialización del conocimiento, el conocido capitalismo cognitivo, en el que se busca conseguir un rendimiento económico a través de la producción de la cultura y el saber” (Mallo). A nivel mundial el conocimiento ocupa un lugar medular en las economías, y el carácter cognitivo que emplea el capitalismo se nutre por el actual hiperelevado desarrollo científico-tecnológico, centrado en la privatización y mercantilización de los conocimientos y saberes colectivos. Es decir, una vez ya perfeccionada y aceptada la apropiación del plusvalor por el capitalismo financiero, ahora se está instaurando un capitalismo cognitivo hegemonizado por inhumanas ideologías y practicas neoliberales.
Del capitalismo industrial al capitalismo cognitivo
El capitalismo posee varios ciclos de transformación que los emplea en la geopolítica del conocimiento para enquistarse en todas las esferas de la sociedad. “Desde su incursión en la sociedad el Capitalismo ha demostrado su capacidad de mutabilidad a través de la historia, apoyándose en el uso de las herramientas técnicas para la profundización del control sistémico sobre las masas” (Quintero). En ese orden de ideas, son complejas las diversas metamorfosis que el capitalismo practica para adaptarse y sobrevivir en los Estados burgueses. Por un lado se encuentran los tradicionales esquemas mercantilistas e industriales de producción, y por otro lado surgen nuevos términos y prácticas económicas. Tal es el caso del denominado capitalismo cognitivo o inmaterial, en el que se produce, controla y mercantiliza bienes y servicios intangibles como: teorías, conocimientos, investigaciones científicas, aplicaciones, datos e información que impulsan procesos de privatización, nuevas faces de acumulación del capital y distintas relaciones de poder.
Teóricos del capitalismo cognitivo
El abordaje teórico del capitalismo cognitivo “fue colectivamente elaborada por militantes estudiantiles radicados mayormente en Francia e Italia, incluyendo a Negri, Hardt, Virno, especialmente en Boutang y Carlo Vercellone” (Caffentzis). Estos pensadores del autonomismo marxista centraron sus estudios e investigaciones en la relación del capitalismo con las nuevas economías del conocimiento, sobre todo en los terrenos académicos, políticos, digitales y epistemológicos. Para Boutang y Carlo Vercellone el capitalismo cognitivo acumula capital financiero y su proceso de valorización es cognitivo, es decir, el sistema económico actual centra su poder en la producción, control y distribución del conocimiento como la principal fuerza de producción que configura rentabilidad y enriquecimiento para las multinacionales de la economía política del conocimiento.
Cabe subrayar, que los teóricos del capitalismo cognitivo develan un sistema clasista donde acumular más implica que la riqueza se distribuya de forma desigual, en este caso, el conocimiento se convierten en vasallos de la productividad. En esa misma lógica la geopolítica del conocimiento normaliza la venta, uso y circulación de conocimientos, metadatos e información en todas las áreas de la vida humana. Por ende, en la sociedad hiperproductiva, las vidas de las personas, gobiernos e instituciones están supeditadas a los dictados que imponen las transnacionales que monopolizan la producción del conocimiento.
Las economías cognitivas
La anatomía económica en la geopolítica del conocimiento se encuentra marcada por la comercialización de los conocimientos científicos y saberes culturales, que se van transformando en capitales privados. De esta manera, las economías cognitivas tienen una visión capitalista de acumulación para lograr rentabilidad financiera por medio de la creación y venta de bienes inmateriales en los mercados mundiales. Estas lógicas mercantilizadoras favorecen exclusivamente a las grandes potencias y multinacionales del conocimiento. Puesto que, el atraso cognitivo, científico y tecnológico de varios países, beneficia a los intereses del gran capital corporativo de los hegemones mundiales. Por tal razón, en la geopolítica del conocimiento, gradualmente se configuran estrategias de dependencia y sometimiento científicos-tecnológico hacia otros países, a través de la venta de patentes, derechos de autor y de nuevas tecnologías, con la finalidad de realizar mayores endeudamientos fiscales a economías empobrecidas y fracturadas.
A partir de ahí, para el Sur Global la geopolítica cognitiva ha significado el secuestro del conocimiento bajo esquemas de apropiación, privatización y estandarización. Es decir, la economía política del conocimiento no ha servido para reducir las desigualdades sociales, por el contrario, solamente ha sido útil para legitimar políticas serviles al dominio económico de las grandes corporaciones cognitivas europeas, chinas y norteamericanas. En tal virtud, el desarrollo cognitivo, científico y tecnológico de Latinoamérica se encuentra subordinado a las imposiciones de créditos y endeudamiento para la adquisición de nuevos equipos tecnológicos que precarizan las economías y los tejidos sociales, frente a la inacción y poca inversión económica de los diversos gobiernos para fomentar políticas de desarrollo e innovación cognitiva y tecnológica.
La revolución cognitiva
El poder contractual promueve una geopolítica cognitiva donde las élites corporativas buscan apropiarse de los conocimientos y los saberes culturales, con el fin de controlar los mercados de bienes y servicios inmateriales, bajo las dimensiones psicopolítica y biopolíticas, donde la producción industrial de los conocimientos, el trabajo, las mentes y los cuerpos se van transformando en nuevas fuerzas productivas que impulsan relaciones sociales asimétricas de producción. Esto a priori es negativo, dado que el capitalismo cognitivo está muy lejano de reducir las brechas económico-sociales que genera el mercado, más bien, estas dimensiones apuntan a reforzar criterios de competencia, eficiencia y productividad.
Dentro de ese orden de ideas, es urgente construir colectivamente una revolución cognitiva que sea la piedra angular sobre la cual se impulse una real democratización del acceso y difusión a los conocimientos científicos y sabres culturales bajo enfoques de redistribución. El conocimiento es producto del desarrollo histórico social, es decir, son creaciones de todos los pueblos, y no mercancías sujetas a las reglas del libre mercado. Esto implica impulsar una soberanía cognitiva y tecnológica a través de un marco jurídico-político que regule e impida la conformación de monopolios cognitivos en los diversos países del sur. Luchar para que no se privaticen todos los conocimientos es una tarea colectiva que coadyuda al desarrollo de economías cognitivas autónomas y a la creación de sociedades verdaderamente inclusivas en términos cognoscitivos.
Por último, hay que subvertir las correlaciones de poder opresivas que impone el capitalismo cognitivo, hacia nuevas dinámicas económicas, políticas, jurídicas y psicosociales, donde los conocimientos, el desarrollo tecnológico y los saberes sean patrimonios colectivos. De este modo, garantizar la pluralidad cognitiva y accesibilidad a los conocimientos e información, es una lucha histórica de los pueblos latinoamericanos. En tal virtud, todos los conocimientos críticos y los saberes colectivos son indispensables para una fuerte militancia orientada a generar acciones políticas que transformen la realidad social, cultural y científica. Por esa razón, desde planos individuales y colectivos se necesita más resistencia y disidencia social para crear espacios que produzcan nuevas formas de conocimientos que rompan los convencionales pactos burgueses de universalidad, eurocentrismo y mercantilización, para así luchar contra la colonización patriarcal en la cultura y la concentración monopólica de los conocimientos que promueven las burguesías corporativas en era geopolítica del capitalismo cognitivo.