La deuda, o la vida de las personas
El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) ha lanzado una petición y una campaña fundamental dentro de esta crisis que vivimos a nivel global. Crisis que se siente y sentirá con especial fuerza en América Latina. La campaña busca “La condonación de la deuda externa como medida indispensable para afrontar la emergencia sanitaria y la subsecuente crisis económica”. Ésta se da en el marco de la pandemia global del Covid-19, crisis que se detona por el virus. Sin embargo, lo que vivimos desenmascara las terribles realidades del modelo neoliberal re-implementado en América Latina.
Dentro de sus esfuerzos, la CELAG organizó un conversatorio “Es la hora de la condonación de la deuda” con dirigentes del progresismo latinoamericano. Fue una interesantísima conversación acerca de la crisis actual, la económica que se aproxima y sobre el nefasto rol del neoliberalismo. Estuvieron presentes: Camila Vallejo, Dilma Roussef, Rafael Correa, Álvaro García Linera, Jorge Taiana, Gustavo Petro, Maximiliano Reyes y Alfredo Serrano Mancilla, este último cómo moderador.
Esta crisis “ha cuestionado nuestros modelos y nuestras formas de abordar la política pública y la salud de las personas” como expresó la compañera del Partido Comunista Chileno, Camila Vallejo. Así como Dilma Rousseff también resaltó que “el Brasil además del Coronavirus y de la crisis económica, tiene una crisis que se llama Bolsoranitis.” El resto del continente, salvo algunas excepciones, vive una crisis terrible llamada “neoliberalitis”.
La campaña de la CELAG es necesaria para toda América Latina, y resulta de primordial importancia en Ecuador. País que se ha vuelto el ejemplo de lo que NO hay que hacer en el manejo de la Crisis. Esto lo han retomado varios medios de comunicación y se ha dicho ya en múltiples análisis, incluso Bukelele (que no es santo de mi devoción), lo ha reiterado en varias ocasiones.
Entre las medidas que se han tomado desde el Estado ecuatoriano durante esta situación, una de las peores (y eso que tomo en cuenta la de bloquear la pista del aeropuerto para evitar que aterricen aviones que hacían vuelos humanitarios), ha sido justamente el pago de la deuda externa en vez de financiar los hospitales y en lugar de financiar las posibilidades reales de las personas que deben acatar el aislamiento. “Dijeron que no habían recursos y pagaron la deuda, y nos lo hacen ver como si fuera algo ineludible (…) es pura ideología. Pagaron deuda, lo que significa perder vidas, pero dejaron de pagar salarios” lo que también significa perder vidas, como resaltó el presidente Correa.
Se plantea cómo un fundamento de la sociedad, que el riesgo y las pérdidas deben “caer sobre el capital y no sobre los seres humanos” como expresó Correa. Esto es más importante en un momento donde el capitalismo, por medio del COVID-19, sigue cobrando las vidas de los precarizados y los más vulnerables. En este sentido el no pago de la deuda externa se convierte en un paso necesario para todos los países, para poder liberar recursos que deben ser invertidos en los sistemas de salud y en mecanismos que permitan a la población realmente llevar a cabo el único plan de acción que se ha implementado hasta ahora a nivel global, el aislamiento social.
Pero el “ahorro” que se efectuaría con la condonación de la deuda externa no puede ser la única medida a aplicar. Esta es una crisis sanitaria se convertirá en una crisis global más allá de lo económico, se convertirá en una crisis social sin precedentes. Es imperante una inversión pública trillonaria para poder recuperar el bienestar de la gente. No se pueden aceptar políticas de austeridad en estos momentos, que como siempre implican muerte.
Esta pandemia nos debe enseñar que en solitario y basados en los “ideales” capitalistas de la hyper-individualización no podremos salir de ella. Esta enfermedad asusta a los ricos y poderosos, porque no discrimina a quién contagiar, pero no cabe duda alguna de que son los más pobres y vulnerables los que sufrirán los efectos del COVID-19 y sus implicaciones.
La importancia de la solidaridad fue resaltada en este conversatorio. Sin embargo, uno de los puntos más resaltados fue la importancia del Estado, como garante de la salud pública. Es urgente pensar “drásticamente sobre el papel del Estado, de la salud pública, de una nueva arquitectura económico-financiera NO neoliberal (…) que reduzca la desigualdad” como resaltó Rousseff.
“Es la deuda o la vida de las personas” es así de sencillo, según las palabras de García Linera. Es claro que los mercados y “la mano invisible” son un peligro para la vida, “es el Estado el que tiene un protagonismo en la salud y la vida de las personas”. Es necesario un rol desde el Estado que regule a los mercados. García Linera también relazó la necesidad imperante de una integración médica y sanitaria que permita la atención de salud a todos en todos los países del mundo.
Se vuelve necesarios crear espacios y redes sociales que globalicen la protección de los pueblos. Los estados deben apoyar para poder asegurar salud y trabajo para el pueblo. Falta pensar en un nuevo sistema productivo que pueda realmente generar ingresos para las personas y no para las grandes empresas. Redistribuir la riqueza, que es generada por el trabajo y no por el capital, como lo ha resaltado esta pandemia actual.
Generar un sistema de producción de alimentos y productos de necesidades básicas que sean comunales y que permitan una real soberanía alimentaria y hoy en día, por qué no, empezar a pensar en una real soberanía sanitaria. Crear políticas y formas solidarias y horizontales que permitan procesos igualitarios.
“Trabajar menos, Trabajar todos, Producir lo necesario, REDISTRIBUIR TODO”.