¿Hombres feministas?

En este texto se hace una segunda aproximación a las múltiples discusiones que se dan alrededor de los sujetos varones que se identifican con las luchas feministas. Desde el momento en que algunos hombres se han posicionado desde el feminismo, se han hecho muchas preguntas alrededor de la validez e intenciones de estos sujetos varones auto-identificándose feministas o antipatriarcales. Mientras estas preguntas se plantean, en mi cabeza, la pregunta que surge es ¿Por qué habría de ser imposible?  ¿Por qué cuesta tanto reconocer a estos varones dentro del proceso de luchas feministas?

En principio me parece que nadie debe adjudicarse la autoridad de desconocer una auto-identificación política; por otro lado, entender el feminismo como cuestión de mujeres y solamente de mujeres, me parece estratégicamente problemático y simbólicamente violento. Desde el punto de vista en que el feminismo no puede limitarse a la representación de las mujeres, porque no puede reclamarse como la base filosófica del feminismo. La pregunta base de los feminismos ya no debería limitarse a: ¿a quiénes representamos? sino a: ¿Quiénes están en la capacidad de pensarse y repensarse desde los feminismos? La respuesta es: Todxs.

Reclamo que la base filosófica del feminismo no puede limitarse al sujeto histórico mujer, porque las jerarquías sexuales y el patriarcado se sostienen precisamente en ese base binaria hombre/mujer, que excluye a las diversidades sexo-genéricas, a esa infinidad de cuerpos y subjetividades, una vez más. Enunciarse solamente desde “lo femenino” reifica permanentemente los esencialismos que definen y enclaustran a los sujetos. ¿No nos hemos pasado los últimos cien años peleando por que se elimine el biologisismo de los análisis sociales?

Desde los estudios del género, hemos tendido a priorizar los análisis acerca de las variadas violencias que sufren las mujeres en el sistema sexo-género y el patriarcado. Sin embargo, hemos creado una suerte de invisivilización a las violencias múltiples que sufren los varones. En ese mismo sentido, tendemos a realizar lecturas de los hombres como sujetos que ejercen violencia y minimizamos aquella que viven. Así como invisivilizamos  o minimizamos los aportes que ellos han hecho y pueden seguir haciendo a los feminismos. El problema de esto, es que puede caer en la reproducción de un principio antifeminista: La esencialización y definición estática de los que es ser hombre y mujer;  cuando sabemos que la construcción tanto de las feminidades como de las masculinidades responden a procesos socio-históricos y culturales, que no existe una esencia del ser mujer, ni del ser hombre.

Con esto no quiero negar ni minimizar la violencia estructural y sistemática que existe sobre las mujeres, sobre todo las mujeres de color, pobres, lesbianas y trans; pero tampoco quiero continuar una tradición que niega y minimiza la violencia contra los varones. De lo contrario, parafraseando a Judith Butler (2007) “la representación se convierte en la norma que valida y define lo que es ser mujeres”, que en estos últimos años ha degenerado es una forma de feminismo fascistoide: El feminismo radical transfóbico, que solo es un peligro para la vida de compañeres trans. Sin los colectivos de compañeras travestis, trans e intersex, no existe feminismo. A este tema le daremos en un futuro cercano, el espacio que se merece.

La construcción patriarcal de la masculinidad se basa en que los hombres se hacen a partir de una serie de absolutos: cómo ser fuertes, ser grandes, nunca llorar o expresar cariño, sensibilidades y apegos, competir por ser el mejor, ser proveedores y protectores, etcétera. Así cómo se construye en oposición a lo femenino, se construye en jerarquías a los otros masculinos. Sin embargo, los hombres/varones que se identifican y posicionan políticamente desde el feminismo, ejercen un tipo de masculinidad disidente a la hegemónica patriarcal, rompiendo el cerco epistemológico del patriarcado, en un ejercicio permanente y doloroso de reeducación y deconstrucción de su ser hombre.

Los motivos de estos varones para enunciarse desde el feminismo, no se limitan a que encuentran en las agendas feministas una oportunidad histórica de ser libres, en cuanto promete formas de vida más afectivas y completas, que evidentemente el patriarcado no ofrece, sino porque, en efecto, los marcos de sentido y de realidad de los feminismos, van creando una suerte de demanda en la que es necesario llegar progresivamente, a ser sujetos políticos del feminismo, ya no solo como individuos, sino desde las demandas y luchas de los movimientos sociales.  

Si bien también existe la figura del macho progre oportunista, que todxs conocemos y repudiamos; también existen los varones feministas, aquellos sujetos masculinos, con o sin pene, que hacen un trabajo extenuante por modificar su vida cotidiana individual y su vida política colectiva. ¿A que le tememos cuando hablamos de hombres en el feminismo? Ojalá y su participación en las luchas feministas logre calar en esos espacios que no podemos ingresar como mujeres feministas, esos espacios masculinos y masculinizados donde se cuece el patriarcado cotidiano. Ojalá que desde los feminismos podamos ofrecerles a puertas abiertas a estos compañeros la oportunidad de revolucionarse y revolucionar, lo que en términos de lucha normativa, se entenderá como la posibilidad de crear un mundo donde quepan todos los mundos, donde ni el capitalismo ni el patriarcado tengan cabida.

Bibliografía.

Butler, Judith. Deshacer el Género. Barcelona: Paidós, 2006.

—. El Género en Disputa. Barcelona: Paidós, 2007.

Connell, Raewyn. La organizacion social de la masculinidad. Santiago de Chile, 1997.

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