Ecuador y el trabajo de cuidado en tiempos de pandemia
La crisis del Covid-19 ha generado consecuencias negativas a nivel sanitario, económico y social. Sin embargo, los efectos de la pandemia se desarrollan de forma diferenciada en atención a las personas por su género. Es así que destaca que la crisis del Covid-19 se ha traducido en una crisis de cuidados, actividad desarrollada principalmente por las mujeres, para el sostenimiento de la vida, tanto dentro del hogar, como la esfera pública. Las medidas de confinamiento y teletrabajo adoptadas por el gobierno, han contribuido a exacerbar la carga de trabajo realizado por las mujeres, que en este contexto de crisis sanitaria han tenido que compaginar el teletrabajo con los trabajos de cuidado.
Los aportes provenientes de las reflexiones teóricas de la economía feminista, nacen del cuestionamiento de las conceptualizaciones sobre los postulados base en los que se sustenta la corriente predominante en las ciencias económicas, al enfoque neoclásico. Es así que los trabajos de cuidados se han naturalizado y no se los ha considerado un trabajo remunerado en el paradigma económico predominante. Las mujeres realizan dos trabajos: uno remunerado fuera de la esfera del hogar y uno no remunerado dentro del hogar: los trabajos de cuidado, que son invisibilizados y naturalizados.
Marx sostiene que el salario no está determinado por el valor que produce el obrero, sino por el valor de lo que es necesario para sostener su vida y reproducir otra generación de obreros. Detrás del consumo de las mercancías y la reproducción de la fuerza de trabajo, hay alguien que realiza las actividades de cuidado: alimentación, lavar, planchar, que son percibidas como actividades meramente de la naturaleza. Silvia Federici argumenta que el trabajo realizado por las mujeres en el hogar sostiene y reproduce la fuerza de trabajo, que posteriormente será explotada en las fábricas. Además, la devaluación del trabajo reproductivo ha sido uno de los pilares de la acumulación y explotación capitalista. Ella establece la necesidad de forzar a que el Estado pague un salario (Federeci, 2013).
Para el año 2017, la cuenta satélite del trabajo no remunerado, evidenció que las niñas y mujeres de 12 años en adelante, dedicaron semanalmente 31 horas al trabajo de cuidados y la contribución al PIB fue del 14,5%. Por otro lado, una encuesta levantada por el PNUD, entre mayo y agosto, evidencia que un 53.21% de las mujeres jóvenes dedican más tiempo al trabajo del hogar, respecto a un 44,04 % conformado por hombres. Además, antes la pandemia el 74,29 % de las mujeres realizaba una actividad productiva relacionada con los servicios de cuidado, respecto a un 25,71% conformado por hombres. Durante la pandemia el 89,47% de las mujeres buscaban trabajo relacionado a las actividades de los servicios de cuidado y tan solo el 10,53% son hombres. La crisis sanitaria originada por el COVID-19 ha puesto en discusión el rol de los trabajos de cuidado como base de la economía y de la reproducción de la vida.
Vivimos una reacumulación capitalista, una vez más, a costa del trabajo de las mujeres.