Rojava: peligro de invasión

Kurdistan
Jueves 19 de Diciembre de 2024

La población kurda en Siria, junto a otras minorías étnicas del norte del país, corren peligro de ser víctimas de una nueva masacre en manos de Turquía. El proyecto de democracia, libertad y en defensa de los derechos de las mujeres encabezado por los kurdos se encuentra en su momento más crítico

Amina Husein y Hawzhin Azeez dicen que su tierra, Kurdistán, está en peligro. ¿Dónde queda ese territorio que al menos desde hace 100 años es negado? ¿Qué sucede en ese país prohibido -como bien lo definió el periodista vasco navarro Manuel Martorell-, donde sus habitantes sufren persecución, encarcelamientos, asesinatos y hasta masacres? ¿Por qué a los pobladores que viven en el corazón de Medio Oriente el mundo les da la espalda?

El peligro del que hablan Amina y Hawzhin se profundizó en las últimas semanas, cuando el régimen de Bashar al Asad se desplomó en un abrir y cerrar de ojos frente al avance militar de Hay’at Tahrir al-Sham (HTS), un grupo terrorista que desde hacía años controlaba la provincia de Idlib. En ese tiempo, HTS acumuló denuncias por violaciones a los derechos humanos, pero también supo tejer una telaraña en la que convivieron otros grupos similares, muchos de ellos -como HTS- desprendimientos del Estado Islámico (ISIS o Daesh) y Al Qaeda.

Siria vivió la última década suspendida en la fragilidad, con el régimen de Damasco sostenido por Rusia, Irán y el Hezbolá libanés; los remanentes de Daesh al acecho; HTS construyendo su nueva imagen de organización “moderada” al mismo tiempo que desarrollaba su “pequeño Estado islámico” en Idlib gracias a los acuerdos gestionados por el gobierno de Recep Tayyip Erdogan; y los pueblos del noreste sirio -encabezados por los kurdos- resistiendo los ataques de Turquía, pero apostando a la construcción de una sociedad multiétnica, donde las diferentes religiones fueran respetadas y con la liberación de las mujeres como bandera. Sobrevolando todo esto, Moscú y Washington moviendo sus fichas en un tablero de ajedrez tan frágil como la “normalización” interna y externa de una Siria que ya no existe.

La caída

Hawzhin Azeez es Doctora en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad de Newcastle, de Australia, e investigadora en The Kurdish Center for Studies. En diálogo con Loquesomos, explica que existen tres factores por los cuáles cayó Asad: el debilitamiento del propio régimen, la preocupación de sus aliados, Rusia, Irán y Hezbolá, ocupados en otros frentes, y el fortalecimiento de los grupos islámicos radicales apoyados por Ankara.

“La caída del régimen de Asad, cuya familia había dirigido el país con una brutalidad sin precedentes, siempre fue una eventualidad -señala-. En el interior de Siria, tras 13 años de conflictos y convulsiones, la crisis humanitaria se agravó debido al deterioro de la situación económica y de seguridad”.

Con las protestas masivas surgidas en 2011 contra el Ejecutivo de Damasco en pleno apogeo, la intervención extranjera en Siria derivó en “la decepción del pueblo” y en que “Asad permaneciera en el poder, incluso cuando el régimen se vio significativamente debilitado”, dijo la académica kurda. Ese debilitamiento del que habla Hawzhin abrió las puertas para la multiplicación de grupos islamistas, “cada uno de ellos compitiendo por el poder, formando alianzas y participando en apropiaciones de tierras en el terreno dejado sin explotar por otros grupos. Con el tiempo, HTS demostraría ser la más poderosa de la multitud de estas organizaciones”.

Rojava

El Kurdistán sirio (Rojava) siempre estuvo relegado de las grandes luchas del pueblo kurdo. Tal vez, porque en esa tierra vivían apenas dos millones de personas. Bakur, la región kurda del sudeste turco, es habitada por más de veinte millones de kurdas y kurdos. Pero el tamaño de Rojava, una larga franja con la frontera turca, no impidió que sucediera algo que nadie esperaba: que ese pueblo se levantara y en 2012 declarase la autonomía del territorio. En todo Kurdistán, donde más de cuarenta millones de personas viven casi sin derechos, muy pocos creían lo que veían. Esa autonomía y la convocatoria a otros pueblos (como el árabe, el asirio y el armenio) para sumarse a un autogobierno donde las mujeres fueran el motor que todo empuja, se había forjado durante décadas de lucha clandestina y de la presencia del líder kurdo Abdullah Öcalan en Siria, hasta que fue expulsado en 1998.

Tierra asediada

Amina Hussein nació en Qamishlo, capital de Rojava. Cuando llegó a España quería estudiar y en Siria esa opción estaba vedada: era una mujer kurda. Sin papeles pero con el objetivo de ser periodista, después de once años pudo recibirse. En la última década, cuando pudo volver a Rojava los sentimientos siempre se encontraron en ese punto fijo donde se mezclan la alegría por ver cómo se intenta construir una nueva sociedad y saber que su tierra nunca puede disfrutar de una mínima tranquilidad debido al empecinamiento de Turquía por desbaratar el proyecto impulsado por los kurdos.

“Ahora hay una situación bastante complicada en el norte y el este de Siria, la región se enfrenta a muchos desafíos y a los ataques del Estado turco y de los grupos llamados ‘rebeldes’, que están desestabilizando la zona, la seguridad y la situación en general”, cuenta a Loquesomos.

Desde que comenzó la revolución de Rojava, sus fuerzas militares de autodefensa no solo soportaron los bombardeos turcos, sino que desde 2014 encabezaron combates continuos contra ISIS, al que derrotaron militarmente en marzo de 2019 con la ayuda de la Coalición Internacional integrada por 80 países y liderada por Estados Unidos. En ese trayecto, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) no sólo liberaron las zonas kurdas, sino que también regiones de mayoría árabe, como la provincia de Raqqa (en ese entonces capital del Daesh) y una parte importante de Deir ez-Zor.

“Por estos días hay algunas pequeñas manifestaciones contra la presencia de las Fuerzas Democráticas Sirias y de la AADNES (Administración Autónoma Democrática del Norte y el Este de Siria) en ciudades de mayoría árabe, como en Raqqa y Deir er-Zor -resume Hussein-. Hubo ataques por parte de Turquía contra Manbij y ahora contra la ciudad de Kobane. Había informes que hablaban de gente huyendo, pero después se desmintió esa información”.

Los mercenarios de Erdogan

El Ejército Nacional Sirio (ENS) movilizó sus tropas desde el cantón kurdo de Afrin, que ocupa ilegalmente desde 2018. La fuerza aérea del ENS siempre fue Turquía. Mientras HTS comenzaba su rápida marcha hacia Damasco, los mercenarios del ENS se abalanzaron sobre las regiones de Shehba y Tel Rifaat, donde vivían entre 200.000 y 300.000 refugiadas y refugiados expulsados de Afrin. Después, el ENS se dirigió a Manbij, una ciudad de mayoría árabe que integra la AADNES, en donde sostuvieron combates durante varios días con las FDS hasta que se alcanzó un alto el fuego mediado por Estados Unidos.

Hussein, que en la actualidad escribe en VilaWeb, dice que en estos días “lo más preocupante es la situación de los desplazados que huyeron de la zona de Afrin, que son más de 120.000 personas. Acoger a tanta gente genera crisis y es un desafío para la Administración Autónoma, que está bajo ataques y casi sin infraestructura civil por los bombardeos turcos”.

Sobre esta situación, Azeez agrega que el ENS “se está concentrando en las fronteras de Kobane, que fue la ciudad histórica que derrotó a ISIS después de 134 días de heroica resistencia de las fuerzas kurdas de las Unidades de Protección Popular (YPG) y las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ)”.

¿De terroristas a moderados?

“Rebeldes”, “moderados”, “opositores”, fueron algunos de los términos que se reprodujeron estas semanas para denominar a HTS y al ENS, aunque sus antecedentes y acciones muestren lo contrario. Ambos grupos construyeron su poder al amparo de ISIS, Al Qaeda y vínculos con Turquía y, en menor medida, con Israel y las monarquías del Golfo Pérsico.

HTS y su líder, Abu Mohammed al-Jolani, repitieron que iban a respetar a las minorías del país, a los chiitas y alauitas dentro del Islam, a cristianos y yazidíes. En su historia tenebrosa, el ENS dejó en claro que su tolerancia hacia otras nacionales y religiones es prácticamente cero.

Para los kurdos y los otros pueblos del noreste sirio, los interrogantes sobre las medidas que podría tomar HTS y su “gobierno de transición” todavía no fueron develados. Aunque la AADNES anunció su disposición al diálogo con los nuevos dueños de Damasco para democratizar Siria, las respuestas de HTS y sus flamantes funcionarios llegan a cuentagotas.

“A pesar de que Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y la ONU califican a HTS de grupo terrorista, Jolani ha intentado presentarse como un ex yihadista reformado que, a pesar de querer explícitamente un Estado sunita de la Sharia en Siria, está dispuesto a considerar la existencia de minorías”, apunta la académica kurda.

Hussein reconoce no confiar demasiado en las declaraciones de HTS, “pero tampoco se puede decir mucho al respecto porque todo es muy nuevo y hasta ahora no se produjo un choque directo entre los kurdos y HTS”. “Una buena señal es que HTS dejó que los convoyes de civiles salgan de la zona de Shehba y Til Rafaat, con algunos ataques, pero no cómo lo imaginábamos”, agrega.

“Los prisioneros liberados del tristemente célebre ‘matadero’ en la prisión de Sednaya dieron a Jolani un impulso muy necesario dentro de la sociedad siria -analiza Azeez-. La comunidad mundial mostró un inquietante afán por aceptar al gobierno de Jolani en Siria y tomó medidas significativas para legitimar y encubrir al grupo terrorista. El hecho de que HTS se presente como una alternativa viable a Asad y demuestre una fuerte capacidad para gobernar, por autoritario que sea, ha servido como el último clavo en el régimen”.

Sueños neo-otomanos

El presidente Erdogan y sus ministros y aliados políticos lo repiten una y otra vez: Turquía debe transitar el camino hacia una nueva era otomana. Para eso, controlar territorios es fundamental. En medio de ese trayecto, todo lo que moleste, incomode o perturbe las ambiciones turcas debe ser destruido.

“Turquía no sólo ha declarado explícitamente su deseo de reintegrar gran parte de Siria y el norte de Iraq a su control neo-otomano, sino que su odio fascista y rabioso hacia los kurdos impulsa gran parte de sus objetivos de política interior y exterior en la región”, remarca Azeez. Y agrega: “El ascenso de la región autónoma kurda de Rojava, la espectacular derrota de ISIS, su alianza con la coalición antiterrorista internacional -que ha intervenido activamente para impedir la masacre turca de los kurdos- sólo ha servido para enfadar al presidente Erdogan”.

En Siria, el Estado turco “es el protagonista y el ganador en esta guerra, porque realmente ya tiene su eje en el poder y quiere jugar un rol importante en el futuro del país y en la formación del gobierno”, reflexiona Hussein. Por eso, el ENS y otros grupos “reciben apoyos directos del ejército turco y eso pinta mal para los kurdos y para la AADNES”.

“El principal objetivo de Turquía es acabar con la Administración Autónoma y lo vimos en los ataques contra Manbij y Kobane”, sintetiza con dureza la periodista.

Por estas horas, es inminente que el gobierno turco lance ataques masivos contra Kobane tras el fracaso de las negociaciones por un alto el fuego, gestionadas por la Casa Blanca. Ante este panorama, las FDS llamaron a los pueblos de la región a resistir y a convertir a la ciudad en el principio del final de las aspiraciones turcas, como sucedió en 2015 cuando ISIS fue derrotado en Kobane.

Azeez se pregunta: “¿Qué papel tiene la comunidad internacional en lo que nos sucederá a nosotros, las minorías en Siria?”. La pregunta, hasta el momento, no tiene respuesta.

Artículo publicado originalmente en Loquesomos