La importancia de la medicina preventiva
Resulta común pensar en la medicina preventiva y la medicina curativa como dos opciones excluyentes entre sí; sin embargo, ambas conviven inevitablemente una con la otra en la profesión médica -y no solo eso, sino que incluso sus fronteras muchas veces no son fácilmente definibles. Por ejemplo, la hipertensión arterial es una enfermedad que una vez diagnosticada debe ser tratada, lo que aparentemente resulta ser una óptica curativa, pero al mismo tiempo esta enfermedad es un factor de riesgo para contraer otras enfermedades, por lo que tratarla significa también prevenir su avance. Por lo tanto, la problemática no consiste en escoger exclusivamente una u otra forma de practicar la medicina, sino el enfoque y la ejecución que se tiene sobre cada una.
En términos de salubridad, existen diferencias relativamente claras entre un enfoque y otro: en la medicina curativa, el sujeto sobre el que se acciona es una sola persona; el problema es evidenciado mediante un diagnóstico personal después de que la enfermedad se ha instalado, para lo cual se prescribe un tratamiento. Por otro lado, en la medicina preventiva el objetivo de su accionar es generalmente una población; la definición del problema se basa en la epidemiología, y prescribe tratamientos profilácticos sobre enfermedades que no se han instaurado todavía.
Desde una perspectiva económica, resultan indiscutibles las ventajas de la medicina preventiva, no solo teóricamente, sino que incluso es demostrable mediante el análisis de la relación entre la inversión y las consecuencias en salubridad de los distintos sistemas de salud alrededor del mundo. Se le atribuye a Benjamin Franklin la frase que dice: “una onza de prevención vale más que una libra de curación.” Es difícil cuestionar el enfoque racional de evitar los daños en salud antes de que aparezcan. No obstante, a pesar de que la óptica curativa es más difícil de justificar, no se puede descartar la necesidad de corregir el padecimiento ya instaurado.
Teniendo todo esto en cuenta la pregunta sería: ¿cuál es el equilibrio deseado entre ambas formas de practicar la medicina? Para esto puede ser de ayuda el diagnóstico de la Organización Mundial de la Salud sobre los principales problemas de salud para este año, el 2019. Según esta entidad las diez principales amenazas a nivel mundial para la salud son: 1) el deficiente acceso a la vacunación, 2) el VIH/SIDA, 3) la creciente resistencia antimicrobiana, 4) la insalubridad, los conflictos armados y la precariedad, 5) la contaminación ambiental, 6) el ébola, 7) la pandemia gripal, 8) los sistemas sanitarios precarios, 9) el dengue y 10) las enfermedades crónicas.
En la mayoría de los problemas de salud mencionados, resulta relativamente fácil determinar que una medida preventiva sería mucho más eficaz para resolver las dificultades a las que se enfrentan los sistemas de salud. Así, por ejemplo, si en vez de invertir todos los millones de dólares que se inyectan al desarrollo de una cura para el SIDA, se invirtiera una fracción de estos en acciones de promoción y educación para la salud - así como en repartir preservativos a la población- el riesgo de contagio disminuiría y este problema se vería mitigado en gran parte. Lo mismo ocurre con la vacunación (que en sí misma figura como una medida preventiva), la contaminación ambiental o los conflictos armados. Incluso la resistencia a los antibióticos, que se debe fundamentalmente a su indicación indiscriminada por parte del personal sanitario, podría prevenirse simplemente perfeccionando el criterio para prescribirlos, lo que se conoce como prevención cuaternaria.
Ahora bien, muchos de estos problemas que afectan a la salud no dependen únicamente del sector sanitario, como los conflictos armados, la precariedad o la contaminación ambiental, y es este criterio el que da lugar a una de las premisas fundamentales de la medicina social, que consiste en que la salud es un producto social y depende de la estructura socio-económica que una población ha construido para su reproducción.
Es por todo esto que resulta evidente que prima una visión curativa de la medicina y que falta un enfoque en las acciones de salud - sobre todo a gran escala- dirigido a prevenir la aparición de las condiciones que dan lugar a los problemas de salud más importantes. Esto se debe en su totalidad a los intereses políticos de quienes tienen en sus manos la posibilidad de cambiar la situación actual.