El deplorable debate entre derechas
El pasado sábado y domingo, los candidatos y la candidata de la derecha se autogalardonaban en medio del primer debate presidencial ante las elecciones del próximo 7 de febrero. Sin contar con la asistencia de los dos punteros en las encuestas más recientes -Andrés Arauz ni Yaku Pérez- los cuales negaron su participación como cálculo político acertado, ante un debate que se caracterizó por evidenciar una carencia de planes de gobierno sólidos ni estrategias integrales para enfrentar las múltiples crisis que se encuentra atravesando el Ecuador.
En campaña electoral, cualquier candidatx intenta presentarse como “lx salvadorx de la patria”, prometiendo empleo, salud y educación en forma de inversión pública. Sin embargo, estos tres pilares de lo público dentro del Estado burgués, se encuentran a la antípoda de la lógica neoliberal que atraviesa de manera transversal el campo político de la derecha ecuatoriana. Nos encontramos en tiempos en los cuales se promete todo, para una vez en el poder, actuar de manera diametralmente opuesta.
Lo que quedó claro después de este primer debate, es que sin Guillermo Lasso, el único candidato a parte de Yaku Pérez con el cual la derecha pudiese llegar a los dos dígitos en términos electorales, la misma se encuentra fraccionada y debilitada ante una potencial vuelta del correísmo como gobierno. La derecha se presenta como un cóctel de propuestas antiderechos, como la negación al aborto, pasando por el enaltecimiento del emprendedurismo y la inversión extranjera, hasta el supuesto basukazo que Gutiérrez pretende propiciar a lxs corruptxs. La demagogia se unió en mescolanza con la indulgencia egocéntrica, para presentar una pantomima política carente de sentidos ni propuestas claras.
El debate se consagró como el ejemplo idóneo de lo que es la contienda electoral nacional de las derechas en la actualidad: una masa sin pies ni cabeza, ningún proyecto país conciso, y una burla a las artes de la política. Parecería que a lxs asistentxs del debate organizado por El Comercio, se les olvidó, a cada uno de los candidatos, y la única candidata, que en estas elecciones se juega el futuro de todo un pueblo. Entre frases improvisadas y llenas de lugares comunes -clichés-, lxs candidatxs pretenden parchar con cinta adhesiva, las desgarradoras heridas de un sistema enfermo y por demás defectuoso y abiertamente decadente. Por supuesto, porque esas heridas, una vez más, no recaen sobre sus cuerpos privilegiados de oligarcas.
Mientras entre los 14 binomios de la derecha cristiana se disputan frente a una pantalla el 10% de los votos, Lasso-Nebot intentan sostener su tercer lugar. Al mismo tiempo, el Gobierno Nacional toma fuerzas para implementar las últimas letras de los dictámenes del FMI: terminar de privatizar lo poco de común que queda del Estado. En la ya no tan larga lista, quedan algunos pendientes de relevancia: la privatización del IESS, lograr reformar el Código Monetario, con el objetivo final de dar autonomía absoluta al Banco Central y terminar privatizándolo, concretar las concesión de la refinería del Pacífico y la icónica Coca-Codo Sinclair. Así como se prevé que entre en vigor la primera fase del Tratado de Libre Comercio (TLC) con E.E.U.U. De concretarse esta última fase de privatizaciones y programas de “austeridad”, el Ecuador pasaría de ser un Estado fallido a un pueblo de no futuro.
Indudablemente, a menos de un mes de las elecciones, de las cuales se constituirá el próximo gobierno hasta el año 2025, la gravedad de la situación actual amerita respuestas y propuestas claras para sobrepasar efectivamente la profunda crisis humanitaria, social, política y económica en la que nos encontramos. Por parte de la derecha, la cual desfilaba este fin de semana en la Casa de la Cultura, ningúnx candidatx cuenta con bases políticas y sociales que tuviesen el potencial de perfilarlx como un personaje que realmente representa al y a los intereses del pueblo. Sin duda, tanto lxs debatientes como en su momento Yaku Pérez, unirían su carente y débil capital político para apoyar a Lasso, de darse una segunda vuelta entre el banquero del feriado y el candidato progresista Arauz.
De parte del gobierno saliente, este promete librar un último gran remate respecto a la doctrina del shock tan característica de los cuatro años de Lenín Moreno. Queda claro que, o nos terminamos de hundir en lo que parece ser una espiral sin vuelta hacia el precipicio neoliberal, con Lasso al frente de cuatro años más de lo mismo, o intentamos subsanar las profundas secuelas que nos deja el gobierno más nefasto de la historia reciente del Ecuador.