Alexandra Kollontai, la revolucionaria de la Revolución
Mentiría si dijera que Alexandra es parte de mi vida desde hace mucho tiempo. En realidad me la presento un compañero, que se ha dedicado a estudiar mucho más profundamente a las pensadoras marxistas, que yo. ¿Por qué son relevantes datos que parecen tan fatuos? Confieso que es más bien un capricho filosófico de mí parte. La primera razón es porque me permite desmentir prácticamente la falacia del macho progre (que existe, pero que no es la única posibilidad en un abanico multiverso); existen compañeros varones de izquierda que están pensando la historia y la teoría social en femenino y en feminista. Y segundo, porque creo que Alexandra Kollantai es la revolucionaria en la Revolución de Octubre.
Alexandra fue una camarada comunista y feminista. Aunque ella no se llamaba a sí misma feminista en aquella época. No porque para fines prácticos no lo haya sido, ni haya dejado de pensar en los problemas de las mujeres y las desigualdades a las que se enfrentaban en un sistema patriarcal burgués. Sino porque en la época en la que Kollontai militaba, pensaba y escribía, feministas eran solo las sufragistas burguesas, porque ellas le pusieron el nombre y fueron las primeras en enunciarse de esa forma. Por supuesto tienen sus grandes y valiosísimos méritos, que en ningún momento quiero desacreditar ni minimizar, pero que estaban inscritas en lo que la bolchevique llamaría “la moral burguesa”. Para Kollontai, “las feministas buscan la igualdad en el marco de la sociedad de clases existente, de ninguna manera atacan la base de esta sociedad. Luchan por privilegios para ellas mismas, sin poner en entredicho las prerrogativas y privilegios existentes” (1907).
Parecería una afirmación demasiado tenaz y determinante. Lo era y lo sigue siendo, en cuanto que después de 100 años, el feminismo del “techo de cristal”, el feminismo liberal burgués, el feminismo de “las que ya están arriba” cómo diría Ángela Davis (2017), sigue marcando una fuerza que fija un “ser feminista” que no responde a las necesidades de las mujeres populares, de las negras, de las indias, de las trans, de las que somos más. Para el feminismo liberal de 1907 y el de 2018, el capitalismo permite un espectro de acción suficiente, y por supuesto, no alcanzaba para Kollontai, y tampoco nos alcanza ahora.
Era maravillosa. Viajó por Europa militando en los partidos social demócratas de Rusia, Alemania y Finlandia, compartiendo ideas y fricciones con Rosa Luxemburgo y animando sublevaciones. Dicen que sus discursos eran hipnóticos, dirigió huelgas de obreras y obreros textiles y huelgas de amas de casa contra el alza del costo de vida. En 1915, preguntaba a toda Europa ¿A quién beneficia la guerra? Estupefacto y maravillado, el Partido Socialista Norteamericano la invitó a dar conferencias por dos años en más de 80 ciudades de los Estados Unidos. En 1917 volvió a Rusia y fue nombrada integrante del Comité Ejecutivo de Reorganización de los Soviets, en el que ya empezó a tener encontronazos ideológicos con Stalin, que para el feminismo radical marxista, actuará en contra de todo lo conquistado por y para las mujeres que pelearon en octubre de 1917. Con Lenin, en cambio hicieron una camaradería instantánea, quizás él y Trotsky fueron quienes coincidieron con mayor fervor con Alexandra en la importancia de la libertar e independencia de las mujeres soviéticas.
Kollontai fue la primera mujer fundadora del Comité Central del Partido Bolchevique, la primera mujer en ocupar un cargo público en Europa, como Comisaria del Pueblo para la Asistencia Pública, y la primera también en ocupar el cargo de embajadora en la historia de la humanidad, primero en Noruega, luego en Suecia y por último en México. Fue una pionera en muchas cosas, pero fue la primera mujer en denunciar las limitaciones de la revolución para la condición de las mujeres, y he aquí su mayor aporte al feminismo radical marxista: el acceso a trabajo, salario y educación igualitario para las mujeres, no va a cambiar la subyugación histórica de la que hemos sido presas. “Se necesita una revolución cultural, porque la bolchevique no fue suficiente” (Kollontai 1922).
En sus textos presenta a la subordinación de las mujeres, como un residuo indeseado de la “moral burguesa”, un sentido de privatización del cuerpo y trabajo de las mujeres por parte del modelo de familia tradicional. Este análisis revolucionario nos apaña aun ahora. Para Kollontai, el error de concepción del feminismo burgués, era entender a los hombres y sus privilegios como sus enemigos, y no a las estructuras sociales que reproducen la vida en condiciones de miseria. Alexandra planteaba que las labores de cuidado debían ser repartidas entre ambos esposos por igual, y en su defecto, el Estado debía asegurar el cuidado de las y los hijos, para garantizar a las mujeres la plenitud. Promovía la libertad sexual, la independencia económica y condenaba la doble moral hacia la reputación de las mujeres como madres o prostitutas. Promovió el aborto libre, seguro y gratuito, y la ley de divorcio, y llamaba a las mujeres a liberarse del yugo conyugal. Kollontai planteó una revolución cultural, que para ella era la base real para poder mantener la revolución política:
Para llegar a ser verdaderamente libre, la mujer debe desprenderse de las cadenas que le arroja encima la forma actual, trasnochada y opresiva, de la familia. Para la mujer, la solución del problema familiar no es menos importante que la conquista de la igualdad política y el establecimiento de su plena independencia económica.
Alexandra nos dejó un enunciado que es revolucionario hoy, a un centenario y un año de su enunciación: el cambio de estructura económica, no garantiza la revolución cultural necesaria para la abolición de las jerarquías sexuales. Abolir la propiedad privada, en todas sus formas y concepciones, es la única forma de hacer la revolución, porque la revolución será el feminismo.
Bibliografía.
Kollontai, Alexandra. Las relaciones sexuales y la lucha de clases. Matxingune, 2011.
Kollontai, Alexandra. Los fundamentos sociales de la cuestión Femenina. En Lucha, España. 1931.
Davis, Angela. Revolution today. CCCB: Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, 9 de Octubre de 2017.