Carlos Marx y la lucha anticolonial
Nacido hace 200 años, el 5 de mayo 1818 en Alemania, el filósofo, periodista y economista revolucionario Carlos Marx se hizo famoso con su libro “El Capital”, demostrando las leyes de movimiento del modo de produccion capitalista. Conociendo la realidad social europea, se enfocaba en los desarrollos socioeconómicos en Europa, pero también investigaba y escribía sobre la política y economía en América, India y China. De hecho, los pensamientos de Marx se han popularizado más en los países del llamado tercer mundo que en Europa, siendo una de las bases de inspiración para procesos revolucionarios contemporáneos, como la Revolución Bolivariana de Venezuela, la revolución de Rojava (Kurdistán), entre otras luchas de liberación nacional y anticolonial. Pero, ¿cómo el marxismo en sí mismo producto de la filosofía de “ilustración” europea durante la segunda fase del colonialismo europeo, explica el colonialismo?
Actualmente en las Ciencias Sociales contemporáneas, el marxismo está en situación defensiva. Con el predominio de las teorías posmodernas, en la discusión crítica frente los fenómenos de dominación y opresión colonial o imperialista, el marxismo ha sido reemplazado con la teoría poscolonial, una escuela formada en universidades angloamericanas de élite con enfoque en las experiencias coloniales y sus efectos posteriores sobre la identidad, la cultura y el discurso hasta nuestros días. No sorprende decir que, la teoría poscolonial también haya criticado al marxismo, como teoría "eurocéntrica" y "universalista". Dirlik (1994, 382-356) ha comentado, que el poscolonialismo salió en el mismo momento donde los intelectuales del “tercer mundo” fueron establecidos en el sistema académico occidental, y en el cual, se neutralizó su potencial crítico contra el orden mundial. Razón suficiente para traer a la memoria, las categorías centrales de Carlos Marx para el análisis del sistema (neo) colonial.
Para Marx, el motor del desarrollo socioeconómico es la producción de mercancías, que el ser humano necesita para sobrevivir, y que se desarrolla mediante la tecnología. La historia de la colonización comienza con la reconquista cristiana de la Península Ibérica, con el motivo de abrir una nueva ruta marítima a la India a nombre de la Corona Española para pagar los créditos de guerra con Inglaterra. Sin embargo, con el "descubrimiento" europeo de América todo un continente se convierte en un posible objeto de explotación, sus recursos minerales, sus suelos fértiles, mano de obra, además de las posibilidades de establecer nuevos mercados.
Históricamente el colonialismo se introduce a través del proceso de la llamada acumulación originaria; el proceso de divorcio de los productores y sus herramientas: la tierra. Por cuatro siglos, los futos campesinos y campesinas del continente fueron sometidos como esclavos y esclavas en las minas y plantaciones del “nuevo mundo”. El colonialismo moderno implementa procesos de proletarización y crea la fuerza de trabajo específicamente alienada. En el Alto, Bolivia, esta historia se sigue revelando abiertamente: el éxodo rural y la urbanización asociados con la miseria económica e integración cultural en el modo de vida urbano y moderno, la negación de las raíces culturales, del propio idioma, así como la historia de los inmigrantes indígenas del campo. Por otro lado, está la necesidad de ventas cada vez más amplias, la expropiación y privatización de la tierra y los recursos naturales y sociales para la expansión del capital.
Es un proceso "originario", porque es la condición del modo de producción capitalista. Solo esta explotación originaria de las riquezas del continente Americano, incluida la explotación de unos 40 millones de esclavos de África, hizo posible la industrialización de Inglaterra y Europa. Se repitió y continuó expandiéndose en forma de control colonial e imperialista sobre África, Asia y Oceanía. Al día de hoy se refleja la posición del “sur global” en la cadena de valor globalizada, como un lugar de extracción de recursos; madera, plátanos, flores y petróleo de Latinoamérica, coltán del Congo y mano de obra barata del sudeste asiático, para el consumo de las clases medias y altas de los mismos países colonizados y las sociedades enteramente comprometidas de los países imperialistas.
Como la economía necesita la sociedad, la sociedad necesita una economía para reproducirse. Pero la sociedad no solo se desarrolla y se libera a través de la tecnología: “Toda la historia de la sociedad humana, hasta el día, es una historia de luchas de clases” (Marx y Engels, 1848). La violencia colonial, aspecto central del modo de producción capitalista, siempre ha sido impugnada por los pueblos oprimidos. Las luchas anticoloniales del pasado y el presente son variantes de la misma lucha de clases.
En sus últimos años, Marx desarrolló una crítica de la explotación colonial sobre el ejemplo de Irlanda y apoyó el movimiento independentista irlandés contra la corona inglesa. Durante la Guerra Civil de los Estados Unidos, Marx apoyó la liberación de esclavos contra los intereses de los esclavistas del sur.
La liberación de la injerencia extranjera colonial, sigue siendo objetivo de los movimientos revolucionarios en los países del sur, dado el hecho que la independización formal de los países colonizados no ha roto con la relación colonial en el sistema capitalista mundial. El establecimiento de estados nacionales "independientes" coincidió con la transferencia del dominio de los compradores coloniales a una clase capitalista nativa.
El médico, psiquiatra y filósofo afro-caribeño Frantz Fanon, autor del libro "Los condenados de la tierra" (1961), advirtió contra este peligro ya durante la Guerra de Independencia argelina, argumentando que la conciencia anticolonial, que se realizaba en la lucha de liberación nacional, debe ser transformada por el partido revolucionario en conciencia social y ser continuado en forma de una revolución socialista. Fanon tuvo la razón. La misma historia argelina muestra que con la independencia superficial, no reflejada en la base económica de la sociedad, la opresión del pueblo solo cambió su forma externa. El desarrollo económico y la independencia de los países anteriormente colonizados en "cooperación" con las instituciones del capitalismo occidental son, según el análisis marxista, no más que una ilusión. La independencia y autodeterminación real tienen que ser fundamentalmente económicas, políticas y de género, producto de la prolongada lucha de clases.
De la misma forma se deben discutir las formas de colonialismo actuales. No son simplemente el producto de la política colonial de un Estado, sino forman parte del sistema capitalista global. Por ejemplo, la lucha palestina o kurda no solo van en favor de la liberación de los pueblos del medio oriente, sino que atacan el orden imperialista en una de sus regiones más importantes, dado su posición estratégica geográfica entre Europa, Asia y Africa.
La lucha anti-colonial también juega un papel importante para las comunidades de migración del sur en los centros de los imperios del norte. Dado su papel como prolongación de los países colonizados, son las comunidades migrantes las que tienden a romper el orden burgués en su propio espacio, en los procesos de migración sobre las fronteras del norte igual que en su resistencia cotidiana contra la cultura y mentalidad alienada, racista e individualizada.
También en esta forma se despliegan las luchas por la segunda y verdadera independencia en Latinoamérica, como luchas por el socialismo y contra la continuada dictadura del norte y sus intereses imperiales. A diferencia de la teoría poscolonial, el marxismo no solo deconstruye las relaciones coloniales de poder en teoría, sino también busca romper con ellas en la práctica. Nos muestra las circunstancias materiales que aseguran la supervivencia del colonialismo y nos da las herramientas para superarlo en conjunto con todas las otras expresiones del sistema burgués-capitalista.
Bibliografía.
Dirlik, Arif. (1994) The Postcolonial Aura: Third World Criticism in the Age of Global Capitalism, Critical Inquiry, 20/2.
Fanon, Franz. 1961. Los condenados de la tierra. https://matxingunea.org/media/pdf/Fanon_Los_condenados_de_la_tierra_def_web_2.pdf
Marx, Karl y Engels, Federico. 1848. El manifiesto del Partido Comunista. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm