El 15 de noviembre de 1922 en una “Historia de Guayaquil”

PyM2
Lunes 12 de Noviembre de 2018

En 2008, el Municipio de Guayaquil publicó el libro “Historia de Guayaquil”, cuyos autores son Melvin Hoyos Galarza (actual Director de Cultura del Municipio guayaquileño)  y Efrén Rafael Avilés Pino. La obra forma parte de “El libro de Guayaquil; programa APRENDAMOS”, es de distribución gratuita y lleva una carta de presentación de Jaime Nebot Saadi, Alcalde de Guayaquil. Tiene 151 páginas, con ilustraciones en blanco/negro y color. Al finalizar cada tema se incluye una página de preguntas para “evaluación”. El libro está claramente orientado como un texto escolar y así se ha distribuido en la ciudad, de manera que los estudiantes a los que llega adquieren el sentido, la orientación y la interpretación que allí se ofrece. Los hechos lucen como si fueran verdades absolutas e inamovibles.

En el texto en referencia, se repasa la historia de la ciudad desde los primeros pobladores de la región hasta nuestros días. La primera idea que atraviesa la obra es la del “gran Guayaquil”. La segunda idea rectora es la de “Guayaquil independiente”. El tercer elemento que define toda la trama es que en esta “historia” el pueblo ha desaparecido: no hay indios en la época colonial; tampoco hay montubios, campesinos ni esclavos en la época republicana; no hay huella de los artesanos ni de los primeros núcleos obreros. En consecuencia, al hablar de los “guayaquileños”, se utiliza un concepto abstracto y generalizante, pero en el que solo se incluye a las élites dominantes de la ciudad. El cuarto rasgo del libro es que la historia culmina en la magnificación de la obra socialcristiana en la alcaldía de Guayaquil con la mayor de sus figuras históricas: León Febres Cordero. Y con ello, queda claro que el texto ha tenido el propósito de educar las conciencias colectivas de los guayaquileños (hombres y mujeres) con la imagen de que el “modelo exitoso” de Guayaquil, se ha debido a la elite históricamente dominante de la ciudad y, en los tiempos presentes, a la hegemonía y el control absoluto del socialcristianismo.

En ese marco conceptual y teórico, la historia de Hoyos-Avilés trata sobre la matanza obrera del 15 de noviembre de 1922, pero lo hace desde la perspectiva que sobre ese hecho ha mantenido la oligarquía guayaquileña.

En efecto, según la obra señalada, esa “primera gran huelga general de los trabajadores” (p. 77) fue obra de que, junto al descontento, aparecieran las influencias  de la “novelería izquierdista proveniente de la Unión Soviética”. Por entonces había  aparecido la “Confederación Obrera del Guayas” y la “situación fue aprovechada por  los politiqueros para intentar poner fin al gobierno constitucional del Dr. Tamayo y de  esa manera alcanzar el poder” (p.77); la situación hizo crisis, “parecía que todo  Guayaquil no se componía más que de masas proletarias” (p. 78), pero “lamentablemente, mezclados entre los trabajadores hizo también su aparición un gran número de delincuentes y anarquistas criollos que, enceguecidos por las noticias de la revolución rusa, intentaron desarmar a las fuerzas policiales, apostadas por obvia precaución en diversos lugares de la ciudad” (p. 78); vinieron “las incitaciones para asaltar los almacenes” y se inició “un desenfrenado saqueo” que obligó a la policía a disparar, primero al aire y “luego al cuerpo de los asaltantes” (p. 78).

Así es que ese 15 de noviembre, “el ejército y la policía reprimieron violentamente las acciones vandálicas y de saqueo que se ocultaban tras la manifestación popular” (p. 78). En el libro se recuerda que el guayaquileño Joaquín Gallegos Lara escribió su novela “Las Cruces Sobre el Agua”, pero que “en definitiva no es nada más que eso, una novela de denuncia social y política que no refleja totalmente la realidad histórica de ese día” (p. 78).

Si ni Gallegos Lara convence, allí están las obras de Elías Muñoz, un historiador guayaquileño del movimiento obrero ecuatoriano, que trató documentadamente sobre la matanza obrera del 15 de noviembre. Y están las obras, testimonios y documentos de una serie de investigadores. Pero se ha preferido la versión “oficial” que a su tiempo dio el propio gobierno oligárquico de José Luis Tamayo.

Queda así escondida -invisible, sin culpas-, la plutocracia y la oligarquía guayaquileñas, que fueron, en última instancia, las que edificaron las pésimas condiciones de vida y de trabajo en la que se mantenía la incipiente clase obrera ecuatoriana. Queda librado de responsabilidad histórica el gobierno de José Luis Tamayo, quien fue el que dio la orden de reprimir a los trabajadores que hicieron la huelga y la gran manifestación del 15 de noviembre de 1922. Y, en definitiva, queda tergiversada la historia, a fin de crear con ella un tipo de “verdad” que se inculca entre maestros y estudiantes que tienen un texto gratuito para la enseñanza y el aprendizaje.

 

 

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