Especial: Noviembre de 1922 y la resistencia obrera en Ecuador
El 15 de noviembre de 1922 es una fecha clave para entendernos como parte de una experiencia global de expansión a sangre y fuego del capitalismo por el control de la renta, los mercados, la producción local, las relaciones humanas, los cuerpos y mentes de las personas. En la sangrienta jornada, la oligarquía criolla se mundializó, dio un salto al asumir su rol histórico de represor, y la clase obrera, demostró nuevamente, como en Rusia, España, Argentina o México de aquel tiempo, que los problemas comunes, necesitan soluciones articuladas sin importar el proyecto nacional de los ricos, sino la unidad de los desposeídos.
En su contenido, proyección y dramático desenlace, se consolidó un hecho que trasciende nuestras fronteras geográficas e ideológicas y que nos obligó a ver con detenimiento y fuerza la experiencia rebelde de otras latitudes, comprendiendo que la expansión de un sistema inequitativo de apropiación de la riqueza generada socialmente, genera la resistencia de las personas que le dan vida y posibilidades al sistema: las y los trabajadoras/es.
Han pasado años de esta experiencia clave para la formación de nuestra identidad como izquierda, tiempo en el que mucho se ha escrito y justificado en su memoria, no siempre con los mejores resultados para la organización popular, como es evidente en esta coyuntura. Por eso, tenemos la intención compartir diferentes visiones en este especial sobre Noviembre de 1922, pretendiendo no solo fijarnos en la reproducción de una versión basada en el fracaso y la masacre, que son componentes importantes de los hechos, pero que en su insistencia no nos permite observar el fenómeno en su conjunto.
La experiencia que encierra el 15 de noviembre, especialmente en Guayaquil, a nivel popular y organizativo, fue también una experiencia de autogobierno, de generación de órganos de seguridad de las y los trabajadores que suplantaron a la policía, de apropiación de los medios de producción, de negociación y enfrentamiento a los políticos profesionales –intelectuales orgánicos- del Estado burgués, de asambleas y traiciones de los sindicatos burocráticos y pro patronales. De anarquistas y comunistas. Fue una experiencia compleja que marcó profundamente el devenir de un movimiento obrero que fue protagonista político de la última mitad del siglo XX en el Ecuador.
De esta manera seguimos compartiendo puntos de vista críticos para aportar y fomentar el diálogo entre la izquierda ecuatoriana, tratando de generar un aporte a la memoria de las raíces comunes que nos unen, entendiendo nuestras limitaciones, como que estos especiales no tienen tanto acogida como las notas de coyuntura ni la repercusión que quisiéramos, pero insistiendo en que son fundamentales para darle un sentido y posicionamiento concreto al esfuerzo de sostener una revista crítica semanal sin más recursos que el compromiso político de quienes la conformamos.