Lecciones de la Revolución Bolivariana
Existe una constante pereza mental en el mundo periodístico y académico, sea de izquierda o derecha, al juzgar la historia desde el deber ser, la ideología perfecta, los “derechos humanos”, la democracia, etc. Resultado de este ejercicio no reflexivo, apoyado directa o indirectamente por los medios masivos de comunicación, cómplices del imperialismo y la clase dirigente, se posicionan en el sentido común de la sociedad los argumentos que los adversarios del pueblo desean. Quiéranlo o no, quienes parten del deber ser como marco de interpretación de la historia pecan de ignorantes, pues su juicio idealista no alcanza a apreciar la naturaleza contradictoria de ésta.
Las revoluciones no pueden ser entendidas desde esta óptica, se desarrollan independientemente de las creencias de individuos aislados de la sociedad, no son, como decía Miguel Bakunin (1870), “juegos de niños, ni un debate académico en que se matan únicamente las vanidades, ni un torneo literario en que solo se vierte la tinta”, son realidades materiales e inmateriales que existen y se desarrollan en contradicción a un orden antiguo, decadente, como lo es la sociedad capitalista, y que en su tránsito se topan con los residuos de aquello que se niega a morir. Trascienden a los individuos, a los liderazgos carismáticos, integran a grandes sectores de la sociedad, tal como lo decía Lenin, pues ésta es la única forma en que se pueden sostener en el tiempo.
La Revolución Bolivariana, asediada por el imperialismo y sus cómplices en la región, saboteada por la derecha fascista venezolana, se ha desarrollado en medio de la contradicción, luchando contra amenazas externas e internas, inclusive al interior de sí misma. Reducir la potencia de esta revolución a la figura de Hugo Chávez es un error -aunque innegablemente el Comandante ha sido clave en el despertar de la conciencia del pueblo – pues sus ideas han trascendido al punto de situarse en lo más profundo del pueblo venezolano, quien ha sabido caminar por sí mismo en su ausencia.
Poder popular vs. Estado burgués
Chávez tenía muy claro que el Estado que recibió la Revolución Bolivariana era un Estado burgués que debía ser “desmontado paulatinamente” hasta ser reemplazado por la llamada Confederación de Consejos Comunales. Para Chávez[1], el poder popular organizado en las comunas “no niega las alcaldías, no niega las gobernaciones, las trasciende, trasciende el poder constituido en el poder constituyente del pueblo”, transformando el carácter burgués del Estado en uno de tipo comunal. Esta impresionante claridad política cuestiona las teorías clásicas del socialismo respecto a la táctica frente al Estado burgués –abolición inmediata o “toma del poder”-, coincidiendo, por ejemplo, con las ideas de Abdullah Öcalan, líder del pueblo kurdo.
El poder popular organizado en Venezuela desarrolla las tesis de Chávez no sin dificultades, tanto por la agencia del Estado burgués aún vivo, como por la imposición de la táctica electoral para mantener al Gobierno Bolivariano, con todas las críticas posibles, en el poder. Sin rayar en el realismo político o la apatía, el poder popular entiende que la existencia del Estado Bolivariano le permite un marco institucional e ideológico para crecer en contradicción sin desatar la guerra, caminando hacia el Estado Comunal.
Alentado o no por las estructuras del Estado, el poder popular ha logrado organizar sus propias instituciones, fábricas para autoabastecerse de productos básicos, centros populares de acopio y distribución, sistemas de autodefensa y seguridad territorial, etc. Estos elementos asentados en el pueblo, presentes en todo proceso revolucionario en marcha, son los que sostienen a la Revolución Bolivariana.
Una revolución que avanza en medio de la contrarrevolución
Chávez[2] citando a Trotsky dice que “a toda revolución le hace falta el látigo de la contrarrevolución”; al crecer en medio de la contradicción la Revolución Bolivariana se ha enfrentado a ella, como adversaria situada dentro y fuera de sus propias filas. La realidad de la contrarrevolución no es un recuerdo anecdótico de la Guerra Fría, se materializa en el cerco mediático que sufre Venezuela: la guerra económica –hiperinflación inducida, desabastecimiento programado, embargo económico-, el sabotaje de las fuerzas fascistas encabezadas por la derecha venezolana y financiadas por el imperialismo, la corrupción y la burocracia al interior del Gobierno Bolivariano, etcétera.
Al enfrentarse a la reacción la Revolución Bolivariana -proceso que va más allá del Gobierno, el Estado - ha actuado en legítima defensa de las conquistas del pueblo optando por la vía de la paz, encontrando oídos sordos. Pese a todos los ataques recibidos, es un proceso continuo sostenido sobre los hombros del pueblo, quien va desarrollando poco a poco los elementos de transición hacia el Socialismo.
Defender la Revolución Bolivariana es defender la Paz
Más allá de las críticas que la Revolución Bolivariana pueda despertar, es necesario cerrar filas contra la reacción imperial y fascista, pues se trata de un ataque que sobrepasa las fronteras de Venezuela, atentando contra la paz de los pueblos de América Latina y el Caribe. El desenlace de esta revolución está en las manos de su pueblo y únicamente éste puede decidir sobre la historia que desea construir, sin embargo, los pueblos de la Patria Grande tenemos la responsabilidad histórica de defender sin vacilar el ideal bolivariano, que tan bien expresa la Revolución venezolana. Citando al Libertador Simón Bolívar: “Para nosotros, la Patria es América”, y en estos momentos defender la Revolución Bolivariana es defender la Paz del continente.
Bibliografía.
Bakunin, Miguel. 1870. Los osos de Berna y el oso de San Petersburgo. https://www.portaloaca.com/historia/historia-libertaria/3484-los-osos-de-berna-y-el-oso-de-san-petersburgo-mijail-bakunin.html
[1] https://www.youtube.com/watch?v=syi6-P46L6A
[2] https://www.youtube.com/watch?v=kwopSk3gFYs