Río Blanco: dificultades y oportunidades en el trabajo popular (I)

RíoBlanco
Miércoles 26 de Junio de 2019

La comunidad de Río Blanco ubicada en la parroquia rural de Molleturo, cantón Cuenca, a aproximadamente 3.900 metros de altura, se ha convertido en uno de los escenarios más relevantes de la lucha anti minera en el Ecuador, caracterizado por las oportunidades y dificultades en la construcción de un territorio autónomo del poder estatal y de los intereses mineros de la Ecuagoldmining South America S.A., empresa minera de capitales chinos, a quien fue concesionado el proyecto minero de Río Blanco durante el gobierno de la Revolución Ciudadana en el año 2013.

No exenta de dificultades, el proceso que pasamos a relatar desde una perspectiva programática, táctica y estratégica, aporta valiosas pistas para comprender la relación entre el campo y la ciudad, entre el pueblo y las minorías revolucionarias, la auto defensa y el control del territorio, y la elevación de los niveles de consciencia en medio del conflicto, así como el sostén de la organización popular en el mediano y largo plazo. Sin ánimo aleccionador, este texto busca problematizar varias interrogantes sobre el “trabajo popular” fuera de esencialismos o caridades pequeño burguesas, propias de la izquierda urbana blanco mestiza ilustrada.

  1. Campo-ciudad

Existe una disociación de los problemas del campo con lo que pasa día a día en la ciudad, la falta de agua, la escasez de alimento, la migración rural, no son vistos como resultados de la penetración del capitalismo en todos los ámbitos de la vida, transversalizada por las relaciones de producción capitalistas, el patriarcado, etc. Esta disociación se explica en parte por la separación entre el ser humano y la naturaleza, la objetualización de todo aquello que pueda funcionar factor de producción. De esta forma, las mercancías del campo llegan enajenadas a la urbe, al igual que las personas que lo habitan y sus luchas. Llegan si se quiere, sin historia, sin pasado, sin contexto, ni nada, simplemente estaban vagando en el tiempo y en el espacio para en un momento fortuito aparecer sin más que el beneficio de la sorpresa.

Las luchas del campo y la ciudad son difícilmente asimilables por quienes habitan ambos territorios, pues las comprenden desde perspectivas diferentes, e incluso a veces antagónicas. Solo pensemos en el siguiente ejemplo: la vida campesina para un joven blanco mestizo izquierdista, se encuentra lejos de cualquier sueño vegano-sustentable-energético pequeño burgués, cuando la realidad del campesinado ecuatoriano, altamente precaria debido a las extremas condiciones de explotación, dominación y olvido, contrasta con las intenciones de “escapar al campo”.

Si quienes viven en la urbe no reconocen las luchas del campo como propias, partiendo del principio básico del agua o los alimentos que estxs consumen, difícilmente podrá existir una conexión más allá de la admiración o el voluntarismo. Es urgente, por lo tanto, empezar cuestionando la racionalidad de la modernidad capitalista edificada sobre la separación entre el ser humano y la naturaleza, sin caer en ningún esencialismo ahistórico o una vuelta apresurada al neolítico, sino en una dimensión anti capitalista que recoja nuestras raíces ancestrales, así como una visión programática de superación del capitalismo sobre la base de un proyecto de modernidad democrática.

La resistencia de Río Blanco ha encontrado aliados dentro y fuera de la urbe cuencana, sin embargo, no ha podido tensionar lo suficiente, más allá de pequeños espacios politizados, las agendas políticas y organizativas de trabajadores, estudiantes, mujeres, diversidades sexo genéricas, en un espacio político y social más allá de la defensa del agua, proceso entendido como un fenómeno particular de la comunidad en conflicto.

  1. Pueblo y minoría revolucionaria

En anteriores ocasiones hemos hablado sobre la actitud religiosa de la pequeño burguesía izquierdista en la procesión de fin de semana hacia los sectores populares, así como la dimensión franciscana de la “proletarización” del cuadro político. Por ahora no nos detendremos a abordar nuevamente ambas problemáticas, sino que centraremos la discusión en torno a la relación entre el pueblo y la minoría revolucionaria.

Existe una delgada línea entre el concepto de minoría revolucionaria (partido en términos clásicos si se quiere), un grupo de cuadros dispuestos a “disolverse” entre el pueblo aplicando programa, táctica y estrategia, y la noción “vanguardista” clásica del partido profesionalizado, ente director de las masas, sino se comprende al cuadro como un ente integral cuya labor no es más que desaparecer entre el pueblo, pues no es más que una parte minúscula e integrante del mismo, por lo que su labor no comprende ningún tipo de separación o actitud “rectora” encargada porque este posee alguna especie de poder sobrenatural para predecir el curso de la historia.

El caso de Río Blanco a posibilitado el desarrollo de una mística militante particular entre lxs jóvenes de la urbe cuencana, quienes se han solidarizado con la resistencia anti minera de las comunidades, misma que no ha encontrado respuestas en la izquierda tradicional de cuño obrerista fabril, sino que ha desarrollado por cuenta propia a partir de la práctica y el aprendizaje en el medio del conflicto, una “forma” propia de trabajo popular, funcionando de una forma cercana al concepto de minoría revolucionaria. No obstante, hay que mencionar que en este proceso de a acercamiento y debido a la precariedad de las herramientas políticas a desarrollar, ONG´s y organizaciones políticas de viejo o nuevo cuño, así como elementos vinculados a los aparatos de inteligencia del Estado, han entrado en contacto con el proceso, sin embargo, esto no ha detenido la marcha del conflicto ni de la organización en resistencia.

También es digno de mencionar el desarrollo de hábitos a partir de la convivencia que la minoría urbana ha logrado construir en un proceso de doble vía con las comunidades, mismos que han permitido construir relaciones sociales, atravesadas por el conflicto y la resistencia, de convivencia y reconocimiento mutuo, es decir, entre iguales, caso contrario a la actitud “vanguardista” de la izquierda tradicional.