Los medios hegemónicos y la fascistización social
Los más recientes comentarios racistas, regurgitados por la prensa pautada ligada a los grupos económicos de poder, permiten vislumbrar un panorama más amplio del control mediático sobre la opinión pública y los marcos de sentido. Como regla, estos medios replican, amplifican y magnifican la línea discursiva oficial, actualmente representada por el gobierno antipopular de Guillermo Lasso. La razón de ser y lógica interna de estos medios corresponde a sostener el estatus quo por medio de la propaganda burguesa.
El pasado domingo, la podredumbre ideológica de los medios pautados volvió a posicionarse en el centro de la opinión pública. La Posta -un medio más del aparataje mediático hegemónico- enunciaba un ataque frontal contra el presidente de la CONAIE, Leonidas Iza. Los apelativos y calificativos despectivos se multiplicaban en horario estelar en TC Televisión -un medio público-. Siguiendo las palabras de los conductores del programa, Iza pasó de ser catalogado como un “cabrón”, construido como acróstico, y fue tachado de anarquista, guerrillero y narcisista. Tanto Boscán como Vivanco han expresado públicamente, y en reiteradas ocasiones su latente y profundo racismo, característico del periodismo hegemónico, desde un análisis burgués y lacayo a sus fuentes de financiamiento. En el contexto de la revuelta popular de Octubre de 2019, ambos se envalentonaban y regocijaban tras la frase “indio encontrado, indio preso”, por supuesto en sintonía con Lasso, que hablaba de “grupos anarquistas”, que supuestamente se encontrarían tras la revuelta.
El periodismo hegemónico, está pautado con el objetivo de sostener el estatus quo, además de legitimar la acción y lógica del Estado burgués. Las declaraciones de Boscán y Vivanco son un producto más de marketing, direccionado para posicionar su debut en la producción televisiva. Todo termina siendo un cálculo político minuciosamente articulado alrededor de la polémica, la polarización descontextualizada y la maquinaria de odio, a la que corresponden y se deben los medios hegemónicos. Medios como este saben cómo presentar contenido y opiniones a audiencias jóvenes en redes sociales. Construyendo una imagen supuestamente renovada, pretenden deslindarse de los medios tradicionales -los cuales han sufrido un deterioro de imagen-, pero presentan una mímica perfecta de sus contenidos discursivos. Son los mismos grupos de poder los que financian y patrocinan a medios “alternativos” como La Posta, para que cumplan con su objetivo ideológico. Siempre serviles a los grupos de poder, estos medios cumplen la función de reproducción de discursos racistas, homófobos, misóginos, ultracapitalistas e incluso fascistoides, por medio de la propaganda burguesa, encaminada a ser la punta de la lanza de su lógica contrarrevolucionaria.
El periodismo pautado es servil a la instrumentalización de la comunicación: manipular cómo se presenta la información, para generar una reacción específica. En el caso de la figura de Iza y las protestas de Octubre de 2019, existe una disputa de sentidos respecto a la legitimidad o no de las mismas. El discurso de La Posta se posiciona en contra de cualquier intento de resistencia al orden establecido: el Estado burgués, y su máxima figura: Guillermo Lasso. Por su lado, Iza cuenta con el potencial de unificar a las clases populares más allá de Octubre de 2019. Para el poder, esto resulta incómodo e incluso peligroso a los reconstituidos bloques de poder oligárquicos dentro del Estado. Así, este ataque de odio representa el artilugio más reciente para deslegitimar la organización popular y menoscabar cualquier posibilidad de constitución de nuevas subjetividades antineoliberales.
En términos teóricos, los medios de comunicación constan como cuarto poder del Estado burgués, encaminados a replicar la línea oficial, para multiplicar las voces que legitiman la línea política de la dictadura de clase. En este sentido, los grupos de poder comprenden como peligrosa a la potencialidad de una presidencia de la CONAIE reconocida inclusive por fuera del Movimiento Indígena, con un discurso claramente antineoliberal. Su objetivo claramente es deslegitimar la imagen de Iza y de la organización popular, por medio de las tácticas más burdas: diseminación de odio y racismo. Lamentablemente, los medios hegemónicos solo son un espejo de los marcos de sentido de la sociedad, en cuanto a la relación de poder entre las clases. En el contexto actual, la fascistización se amplía, se naturaliza y reproduce. Siendo La Posta un programa recientemente contratado desde los medios públicos, se podría hablar incluso de una fascistización institucionalizada de la opinión pública. La estrategia comunicacional consiste en tergiversar la realidad para articular discursos contrarios o distorsionantes acerca de complejidad social, formando y direccionando así la opinión pública, para establecer patrones claros acordes a la agenda pautada.
En términos generales, el continente americano atraviesa por un ciclo político que, más allá de una restauración neoliberal, se caracteriza por una creciente ola autoritaria de gobiernos ultra conservadores, como lo son Duque en Colombia, Bolsonaro en Brasil y muy posiblemente Lasso en Ecuador. En este marco se articula una notable y latente fascistización social, encaminada a generar antagonismos de clase descontextualizados, de forma polarizante y encubierta. Amplios sectores populares despolitizados, y la pequeño burguesía desclasada y temerosa, internalizan y asumen como propios estos dispositivos sociales y los replican incesantemente, legitimando el estatus quo: el sistema de clases. Este es el elemento central de la ideología burguesa: la difusión masiva de propaganda, encaminada a crear divisiones entre las clases populares, por medio de la internalización ideológica de los sentidos de la burguesía. Cuando un elemento ideológico se convierte en un dispositivo social, la maquinaria propagandística que posicionó este elemento, cumple con su objetivo.
El factor estratégico fundamental en el posicionamiento de discursos ideológicos en la esfera social, es que la opinión pública se apropie de un contenido y lo replique como suyo. Esto causa un ocultamiento del grupo de poder que se encuentra tras el desarrollo del contenido, y pasa a ser el pueblo en general, el reproductor de los sentidos del estatus quo. Este ejercicio de des-conexión u ocultamiento es el objetivo de la ideología en términos del materialismo dialéctico. Lograr que un contenido se difunda y naturalice dentro de la sociedad, además de invisibilizar tanto la agenda como la clase que lo articula, es el objetivo primordial de la propaganda de masas burguesa.
En el contexto actual, estas tácticas conllevan a engendrar el fascismo como táctica estratégica propagandística. El racismo estructural en las sociedades capitalistas funciona como catalizador predilecto para causar un efecto disuasivo respecto a la organización popular contrahegemónica y una consecuente radicalización o fascistización de las clases populares. En este sentido, los medios hegemónicos y pautados se enfocan y centran en posicionar discursos de odio para relativizar las contradicciones de clase y crear divisiones internas que imposibiliten la unidad de las clases populares.
Así, la cúspide de la violencia patriarcal, el feminicidio, se vuelve un “problema importado desde Venezuela” en las palabras del ex presidente Moreno. Esto legitimó deportaciones, magnificando sentimientos de odio y xenofobia y desembocando en linchamientos. Las revueltas populares se deslegitiman, y pasan a convertirse en intentos de golpes de Estado financiados desde el exterior por el “castrochavismo”. Las muertes en pandemia se entienden como la culpa del pueblo indisciplinado, y no consecuencia de políticas públicas mercantiles. Los crímenes de Estado se maquillan como muertes autoinflingidas o accidentales y aisladas. Toda la maquinaria mediática propagandística de los grupos de poder está encaminada a tergiversar la realidad material, eximiendo de cualquier responsabilidad a la clase política dominante. El control social mediante la propaganda mediática se convierte en el pilar discursivo e ideológico fundamental que sostiene el Estado burgués y la imposición de los intereses de clase.
Es por esto que uno de los primeros objetivos de Lasso, es desechar la Ley de Orgánica de Comunicación, y sustituírla por una “Ley Orgánica de Libertad de Expresión y Comunicación”, que apela a una supuesta autoregulación periodística, desvirtuando el sentido sistemático de contenido fascistoide. Sin una ley que regule crímenes de odio, la fascistización social encausada por la burguesía, en contubernio con los medios privados y pautados, tendrá aún más rienda para enquistarse en lo más profundo de la conciencia colectiva. Los medios de comunicación hegemónicos terminan siendo el canal de poder con la mayor y más efectiva articulación en términos sociales. Al mismo tiempo, estos se convierten en cómplices del aparato de clase y fundamentales para sostener el orden social, manteniendo las relaciones de poder y sosteniendo la dominación de clase del Estado burgués. Una vez más, el Estado burgués despliega su articulación propagandística para dividir al pueblo.