María Paula Romo
Cuando se escuchó por primera vez de María Paula Romo, era algo así como el 2006. Ella todavía era estudiante de derecho o maestría, o hacía poco que se había graduado. Estaba en su cuna política con lxs Ruptura 25, hablaba de Derechos Humanos, de feminismo (liberal) y del ¨todavía¨ mashi Rafael. La verdad que no se la conocía más que superficialmente, era una figura fuerte de su movimiento y suscribía a lo que en ese momento era el clamor popular, cómo ahora también: “Que se vayan todos”. En esos términos, ella con Ruptura 25, entraron a las funciones del Estado, en la Asamblea Nacional Constituyente en 2007 formando parte del bloque de Alianza País.
Acordémonos que Romo (la feminista), que nos dice zánganos (así en masculino) a quienes estamos en las calles ejerciendo nuestro derecho a la protesta ante el neoliberalismo brutal de Moreno, despunta en su carrera política con un movimiento que gana protagonismo y relevancia durante la rebelión forajida. O sea, es una ex forajida, fíjense. Miren que curioso, “la vaca se olvida de que fue ternero”. O ¿cómo era? “No se muerde la mano que te da de comer”. Bueno, cada unx elija el dicho que crea que mejor le calce a la Ministra.
Ella estuvo presente en la constituyente que redactó la actual Carta Magna del Ecuador, que también se quieren bajar, dicho sea de paso. Resulta que, por su papel en la constituyente, cómo defensora fehaciente de los derechos humanos y derechos de las mujeres, María Paula Romo se consagró como una figura reconocida en estas materias. De no creer, viéndole ahora desempeñarse ejemplarmente (facha) como Ministra de Gobierno. Pensar que hubieron quienes felicitaron que una mujer llegue a esos curules del poder. Igual les pasó a esos feminismos liberales que celebraban y apoyaban la candidatura de Hillary Clinton (otra criminal), porque tiene útero. Uno de los tantos peligros de los esencialismos.
Recordemos también que Romo rompe con el ¨ya no¨ mashi Rafael, por el 2011 mas o menos, cuando el Fiscal Pesantes hacía de las suyas. A breves rasgos, Romo empieza a denunciar un abuso de poder por parte de Correa, y lo acusa justamente de patriarcal y autoritario. Hasta ahí, digamos que María Paula parecía ser la misma persona que pintaba. Para las elecciones del 2013, ya cómo movimiento independiente, lxs Ruptura 25 proponen a Romo cómo candidata para asambleísta y ella no logra volver al curul antes conseguido dentro de la coalición de Alianza País. De ahí medio que se pierde, medio que sigue pululando los organismos de derechos humanos y de mujeres, y se dedica a ser profe y a la vida académica.
En 2018, Lenin Moreno, el nefasto, la coloca cómo Ministra del Interior. Cuando asume el cargo, ella se planta con un discurso obviamente conmovedor en el que plantea que luchará contra los crímenes sexuales contra menores, los delitos de violencia contra las mujeres (no dice de género) y por el esclarecimiento y lucha en contra de los tantísimos casos de desaparición que existen en el país. Después de medio año, ya en 2019, en el marco de “austeridad y eficiencia del Estado”, se crea el Ministerio de Gobierno, que contempla las funciones del ex Ministerio del Interior, y de la Secretaría de Gestión Política. Así nomás la cosa.
Resulta que Romo no ha sabido creer tanto en los Derechos Humanos como nos hacía creer: de persecución y represión se impregnan sus funciones. Tampoco ha sabido ser de “izquierda” ya que aplaude los tratados con el FMI, los préstamos del BM, los acuerdos con las élites, los paquetazos económicos al pueblo ecuatoriano y el estado de excepción. Ahora criminaliza y persigue obediente la protesta social. Cada heridx y cada muertx que ponga el pueblo ecuatoriano, caerá sobre la responsabilidad de María Paula Romo y su policía criminal. Bueno, de Jarrín y sus tropas también, pero ese merece todo un texto.
Quizás sería menos cínico que María Paula Romo actualice su descripción personal de: “Feminista. De la izquierda que cree en los derechos y las libertades.” a “Fascista convencida y consagrada”. Lo que sí, es que la historia y el pueblo no olvidaremos ni su nombre ni sus acciones. Ahora bien, quien sabe si no termine cómo Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, como es ahora Michelle Bachelet, conocida popularmente como “La Fachelet”. Sólo porque hay que alimentar la tragicomedia del capitalismo, sino ¿cómo?