La alianza entre el pachamamismo y la ultra derecha
La alianza entre el pachamamismo y la ultra derecha en el país toma dinámicas sin precedentes, después del perfilarse Yaku Pérez como el candidato predilecto del anticorreísmo. Tras la candidatura de Pérez confluyen posiciones y sujetos políticos antagónicos, los cuales parecen articularse alrededor de la identidad anticorreísta, y la fuerza movilizadora tras el pachamamismo fascistoide, el cual ha cooptado a grupúsculos sectarios de la pseudoizquierda ecuatoriana.
Las élites empresariales se alían con el pachamamismo oenegero, el cual lleva más de cuatro décadas cooptando movimientos sociales en el Ecuador. La agenda dictada desde Washington e impuesta por estos movimientos, representa uno más de los tentáculos de poder del imperialismo yanqui. El imperialismo bien podría dar su segundo golpe político institucional en el Ecuador en cuatro años, después de la injerencia y la colocación de Lenín Moreno en el poder. En caso de una victoria de Pérez, se impondría un proyecto político ideado desde el gran vecino del norte, y aupado por los representantes de las agencias de inteligencia estadounidenses en el país. Recordemos también el golpe de Estado en Bolivia, orquestrado con el apoyo implícito de EE.UU., por medio del rol de la OEA. Este mismo golpe fue aupado y celebrado abiertamente por Yaku Pérez.
La llegada de Pérez como el candidato “alternativo” que se disputa el Ejecutivo frente al progresismo es una jugada maestra de la ultra derecha continental y nacional: posicionar una figura que relatan cómo “de avanzada” como la de Yaku Pérez, que representa un proyecto pseudoecologista, con un manto que aparenta el cuidado de la naturaleza. Sectores fascistoides pretenden enunciarse desde el ecologismo, al esencializar y tergiversar la identidad y cosmovisión indígena, desde la pureza racial. Grupos neonazis en Europa hace décadas que han utilizado ONGs ambientalistas para encubrir sus acciones y organizaciones. Los grupos de poder en torno a la maquinaria imperialista, han logrado desarrollar e identificar ámbitos que puedan instrumentalizar para ser cooptados, como el feminismo y el ecologismo liberales. Los movimientos de juventudes democráticas y su creación de cuadros, aupados por ONGs como el National Endowment for Democracy, produjeron personajes de la talla de Juan Guaidó, y entre sus filas, también figura el personaje de Yaku Pérez.
El ecologismo sin marxismo - lucha de clases -, siempre será jardinería, ya que no reconoce la problemática estructural detrás de la depredación a la naturaleza. Por su parte, la lógica intrínseca del ecologismo liberal, intenta justificar las lógicas del capitalismo, y ahora al personaje político de Yaku Pérez. Cuando detrás del apoyo al supuesto proyecto indigenista, se encuentra a banqueros, oeneges con agendas impuestas, e incluso el potencial de captar el voto fascista de hispanistas y supremacistas blancxs, y la oligarquía local; y en la misma medida el apoyo de sectores de la ultra izquierda, el discurso debería entrar en tela de duda de inmediato. El hilo que unifica todas estas enunciaciones políticas, termina siendo el anticorreísmo, discurso e identidad política hegemónica durante los últimos cuatro años de gobierno de Moreno.
Ante la carencia de una creación de sentidos y sujetos políticos con raíz ideológica, y la descontextualización de las luchas y reivindicaciones históricas, con una visión carente de horizonte histórico, un candidato como Yaku termina siendo atractivo en términos políticos. En una suerte de “final de los tiempos”, con las crisis múltiples provocadas por el capitalismo, entre las cuales constan la ecológica, la social y política, además de la crisis humanitaria de la pandemia del Covid-19, se multiplican también los personajes que se disfrazan como profetas.
Estos mismos intentan posicionar un discurso superficial y supuestamente antisistema, para cooptar identidades políticas para su beneficio, para sostenerse en el rol de pagos de agencias injerencistas. Pérez, el cual niega la existencia de una derecha y una izquierda, pretende representar la integración capitalista de las nacionalidades indígenas en las lógicas de mercado, y continuará con la subyugación total al imperialismo yanqui. Con la diferencia de que esta vez el injerencismo se justifica desde el propio Movimiento Indígena.
Así, el capitalismo vuelve a ocupar y cooptar espacios e identidades políticas para vaciarlas de sentido. En esta segunda vuelta, el capitalismo salvaje se viste de indigenismo burgués conservador, aupado por las élites económicas y los grupos de poder en torno al feriado bancario. Las élites oligárquicas harán todo lo que les sea posible para evitar un retorno de los progresismos al poder político en el Ecuador. Yaku Pérez es el personaje que unifica a la derecha, los cuadros políticos oenegeros y el ultraizquierdismo, para evitar el triunfo progresista.
Yaku combina extremos, como la ultraizquierda pachamámica, y la ultra derecha supremacista, al mismo tiempo de plantear un ecologismo descontextualizado, siendo el mismo un defensor y abogado de empresas que manejaban concesiones mineras. Personajes de ultra derecha como Fidel Egas y Martín Pallares, ya han posicionado sus intereses de clase a favor de Pérez, bajo el manto del necesario “ecologismo y la justicia social”. El apoyo de Leonidas Iza a Yaku denota además un continuo fraccionamiento interno de la dirigencia del Movimiento Indígena, en un claro contraste frente a figuras como la de Jaime Vargas.
Los movimientos enmarcados en la lógica del greenwashing, que se posicionan como “alternativos” en la disputa por la hegemonía, entre el progresismo y el neoliberalismo; cooptando a la pequeño burguesía pseudoizquierdista, y complaciendo a la oligarquía. La pequeño burguesía romántica, ve en Yaku la escencialización de los clichés de izquierda: ser indígena, defensor de la “pacha mama”, la desvirtualización de los discursos de la cosmovisión andina, y el ecologismo y feminismo liberales. Está de moda el ponerse un poncho encima de la camiseta del Ché, para tomar té de coca, y al mismo tiempo, declarar la muerte de toda ideología. Esta pseudoizquierda termina siendo parte del complot imperialista para ocupar el centro del poder político institucional.
En esta segunda vuelta, se encuentran en disputa dos modelos de Estado: el neoliberalismo representado por Yaku Pérez, en un continuismo disfrazado de ecologismo liberal oenegero, aupado por la CIA, frente al progresismo de Andrés Arauz. El anticorreísmo como identidad política coopta a sectores de la ultra izquierda, para convergir en una alianza con la ultra derecha, y las corrientes fascistoides representadas por el pachamamismo reaccionario. Esta vez, el progresismo se enfrenta con el candidato del imperialismo por excelencia.