"Motín" policial en Buenos Aires. Cuando los asesinos ganan las calles

10-09-2020 POLICIA BS AS ASESINOS EA
Jueves 10 de Septiembre de 2020

En Argentina - y en América Latina toda - hablar de motín policial, de asonada militar o de “rumores” y “preocupaciones” castrenses es reflexionar sobre nuestra propia historia, es hurgar en la arrnadura de las clases dominantes.

¿Qué está pasando en el conurbano de la provincia de Buenos Aires, la principal de la Argentina? Durante los días 8, 9 y 10 de septiembre se sucedieron tres jornadas consecutivas de reclamos con ocupación del espacio público, de concentraciones y demostraciones de fuerza por parte de la Policía Provincial Bonaerense. Hablamos de personal policial armado, con uniforme y con los vehículos patrulla; es decir, el monopolio de la fuerza que delega en ellos el Estado es utilizado como gravísimos elementos de presión y negociación. Se contabilizaron 25 concentraciones en diversos puntos, inclusive la residencia presidencial y la del gobernador.

¿Qué exigen? ¿Cuáles son sus reivindicaciones formales? De un petitorio de catorce puntos entregado tardíamente, hay dos que sobresalen: aumento de salarios y “seguridad jurídica” como, elípticamente, llaman a pactar su impunidad pasada y futura. Sobre el primero, el gobierno se comprometió rápidamente a resolverlo y hoy anunció montos y detalles, del segundo no se habló públicamente y será una compleja negociación. Pero los acuerdos, parecen sellados.

 

La bonaerense

Pero, ¿qué es la Policía Bonaerense? Para resumirlo brevemente tendremos que decir que es que es una institución donde abundan estructuralmente hechos de sangre, de corrupción y de prácticas mafiosas, un enorme cuerpo integrado por 100.000 agentes.

Desde la recuperación de la democracia en 1983, la Policía Bonaerense asesinó, según CORREPI (Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional), a 1549 personas, la mayoría ejecutados en los llamados casos de “gatillo fácil”: por la espalda, a pibes y pibas jóvenes, humildes y de barrios populares. Y es responsable directa de decenas de desapariciones, donde podemos enumerar casos emblemáticos como la del periodista Miguel Bru en 1993, o la de Jorge Julio López, un ex detenido-desaparecido en los campos de concentración durante la dictadura y declarante en los Juicios por la Verdad, en 2006, o la de Luciano Arruga en 2009. Crímenes aún impunes.

Con respecto a los casos de corrupción, Ricardo Ragendorfer, uno de los periodistas que mejor investigó la estructura de la institución, le sumará un factor que desencadenó el clima enrarecido en las catacumbas policiales y que se esconde detrás de la máscara de los bajos salarios: “la pandemia ha provocado la suspensión de un montón de cajas delictivas de las que suele nutrirse la bonaerense, como los desarmaderos y la prostitución”1 a lo que habría que sumarle los negocios de la droga o los cobros por “protección” a comercios, o adicionales en canchas de fútbol y bancos.

 

Cría cuervos y te sacarán los ojos”

Al momento de asumir el gobierno provincial en diciembre pasado, Axel Kicillof tomó una de sus decisiones más polémicas al designar como Ministro de Seguridad a Sergio Berni, un personaje tan peligroso como siniestro. Médico cirujano del Ejército, abogado, instructor de karate, confeso derechista, infiltrado en huelgas mineras en la Patagonia, encargado oficioso en el primer gobierno kirchnerista (2003/07) de negociar con el entonces poderoso movimiento piquetero para ser, finalmente, nombrado Secretario de Seguridad durante el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y protagonizar recordadas represiones a movilizaciones obreras.

Durante la pandemia del Covid-19 el ministro tomó protagonismo. Criminalizó a organizaciones sociales, cebó a las fuerzas policiales, se mostró proactivo y teatral, irrumpió en controles policiales y se despachó con videos de campaña. Ante una - aún vigente- toma de tierras ociosas por sectores humildes en la localidad de Guernica comenzó a hablar de “defender la propiedad privada” con tono marcial.

Desde el comienzo de la cuarentena el 20 de marzo pasado, el empoderamiento que se le dio a la “Bonaerense” se tornó calamidad: 46 asesinatos por “gatillo fácil”, apremios ilegales, aprietes y, nuevamente, las desapariciones; la última, la de Facundo Astudillo Castro donde luego de detener y asesinar al joven de 22 años, escondieron el cuerpo durante casi cuatro meses. El Equipo Argentino de Antropología Forense logró reconocer el ADN de Facundo el pasado 2 de septiembre.

Dos días después, el presidente Alberto Fernández junto al gobernador Kicillof y sus ministros de seguridad anunciaron, rodeados de los mandos de las fuerzas policiales bonaerenses de un Plan de Seguridad donde destinarían 38.000 millones de pesos en equipamiento, incorporación de nuevos miembros, aumento de cárceles, etc. Que no hayan anunciado explícitamente ese día el consensuado aumento de haberes al personal policial será una excusa más. El fortalecimiento de las huestes de la policía bonaerense iba en ascenso; el huevo de la serpiente estaba incubándose.

 

Las preguntas que nos hacemos, las certezas que masticamos

Luego de los generalizados repudios de casi todo el arco político a la amenaza policial y de observar la posterior conferencia de prensa de un presidente que cedió ostensiblemente al “reconocer la legitimidad” de aspectos del petitorio policial presentado - aunque rechazando las formas-, nos quedan varios interrogantes en un escenario abierto donde se sigue acumulando la incertidumbre y una crisis económica profunda.

¿Hubo posibilidad de golpe de Estado en Argentina a partir del motín policial? La mayoría de las lecturas serenas nos dicen que no; que ningún poder significativo está interesado en la interrupción, sin más, del orden constitucional burgués restaurado en 1983. Así como decimos que la policía no es parte de la clase trabajadora, también hay que señalar que no tienen el poder político ni de fuego para forzar, mientras estén aisladas, salidas golpistas a la boliviana; aun cuando puedan ofrecerse, de acá en más, como fuerza de choque a cara descubierta de proyectos inconfesables.

¿Se desprenderá el gobierno provincial de su ministro de seguridad y llevará adelante un proceso de depuración de su policía? No parece que vaya a encarar ninguna de esas dos necesidades; más bien pareciera encaminarse a la negociación, las componendas, la necesidad de recuperar la autoridad y ensayar un maquillaje que no va a cuestionar lo capilar de la lógica mafiosa y criminal de la fuerza policial.

Sí deberemos leer, tras bambalinas, una evidente vocación de la oposición de esmerilar por derecha la gobernabilidad de Alberto Fernández de cara a las elecciones legislativas de 2021. Y esto no se da en cualquier momento.

La argentina se encuentra en una coyuntura con más de 10.000 fallecidos por el Covid-19, con peligrosas declaraciones de sectores de derecha aliados al gobierno2, con movilizaciones de rancias minorías ultraderechistas “anticuarentena”, con la burocracia sindical desmovilizando y desarmando políticamente a la clase trabajadora y la ausencia de respuestas y alternativas claras desde los sectores que nos reivindicamos de izquierda revolucionaria y libertaria.

El peligro del callejón sin salida para la clase trabajadora es una posibilidad, aunque la opción del golpe no sea la más probable. Más bien, debemos señalar la decisión de las clases dominantes de imponer un paquete de medidas regresivas donde la flexibilización laboral es un objetivo que sólo la movilización popular pudo, hasta ahora, evitar; donde se deberá revertir, atomizado/as y sin una estrategia integral, unas condiciones de vida excepcionalmente paupérrimas; y donde la informalidad laboral, el aumento de la desocupación, el déficit de la vivienda y de la salud van a ser aspectos explosivos.

En este escenario complejo es que la lucha de clases en Argentina deberá encontrar la fuerza en sus tradiciones de organización sindical de base, en fortalecer los métodos democráticos, autónomos y de acción directa de las organizaciones sociales, en la potencia del movimiento feminista y en recuperar la discusión acerca de la necesidad de transformaciones profundas dónde el socialismo vuelva a ser un horizonte a alcanzar.

 

1 https://www.infoblancosobrenegro.com/ricardo-ragendorfer-la-pandemia-suspendio-un-monton-de-cajas-delictivas-de-la-policia-bonaerense/

2 Como las vertidas por el ex presidente peronista Eduardo Duhalde el pasado 25 de agosto donde pronosticaba la posibilidad de un golpe de Estado.

 

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