Prosur: El nuevo capítulo de una vieja historia

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Martes 26 de Marzo de 2019

Siete países del continente suramericano se reunieron esta semana en Santiago de Chile, para anunciar la creación de “Prosur”, un nuevo esquema de integración diseñado específicamente para enterrar a la Unasur, atacar a Venezuela. Así como para dejar a los países de la región aún más entregados y serviles a los capitales imperiales.

La elección del nombre ya nos dice mucho. Unasur indica justamente “unidad”, un concepto bolivariano e integracionista por excelencia, mientras que el prefijo “pro”, nos remite directamente a neoliberalismo. Ya sabemos de las nefastas propuestas políticas con esa nomenclatura, recordemos a Mauricio Macri y también reconocemos el uso distorsionado que la derecha otorga a ciertas palabras como “libertad”, “progreso”, “desarrollo”, entre otras. En el tiempo en que vivimos, no son sino eufemismos para disfrazar la entrega de nuestros recursos y autodeterminación a manos de los Estados Unidos y Europa. Prosur, entonces, con su lista de firmantes, que obviamente excluye a Venezuela, nos dice en una sola palabra lo que necesitamos saber: volvieron.

Luego del golpe certero que recibiera el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en el año 2005, cuando en Mar del Plata, Hugo Chávez, Lula Da Silva y Néstor Kirchner, acompañados de una marea de pueblo y movimientos sociales dejaron en claro al entonces presidente de EEUU, George W Bush, que América Latina no entraría en el juego del patio trasero; el continente vivió una época de dignidad y lucha que pudo expresarse a nivel de gobiernos y que colocó en la palestra y el debate regional la necesidad de crear mecanismos de unidad que nos permitieran actuar en bloque frente a las complejidades del mundo y su sistema imperante. Lamentablemente, y a pesar de los grandes esfuerzos y de la creación de instituciones como el Alba, la Unasur o la Celac, lo cierto es que no alcanzó el tiempo político para consolidarlas, y además – debemos admitirlo – no se creó una relación de identificación y apropiación de estos entes con sus poblaciones, de manera tal que los ataques que sufren hoy, con el cambio de signo político en la región, han logrado derrumbarles prácticamente sin oposición alguna.

En América nos sobran las instituciones de integración. Desde las viejas y no tan confiables OEA y Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), hasta la flamante Prosur, pasando por Mercosur, Comunidad Andina, Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA, 1975), el Mercado Común Centroamericano, la Alianza del Pacífico, la Comunidad del Caribe, Celac, Alba y Unasur. Seguramente se nos pasan algunas más. Esto nos muestra un largo recorrido lleno de intencionalidades y el choque de dos visiones definidas de manera mas o menos clara: la economicista, pro imperialista, monroeista; y la política, de economías complementarias y defensa de la soberanía. Con sus matices y detalles, simplificamos en Congreso Anfictiónico de Panamá vs Doctrina Monroe.

El debate hoy es el mismo. Son ellos o nosotros, y ellos con sus secuaces nacionales parecen tomar la delantera. Asistimos entre consternados y paralizados al debilitamiento de las fuerzas de izquierda y a la caída de la institucionalidad construida en los últimos 20 años, sin aparente capacidad de reacción, más allá de la loable resistencia del pueblo venezolano, y de la solvencia de Cuba y Bolivia.

Prosur, más allá de la fantochada de los gobiernos firmantes: Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Guyana y Perú, es otra muestra nada original de la arremetida de la derecha, que no perdona 20 años de emancipación y que viene con todo a recuperar espacios de poder y su rol de subordinación al imperialismo.  Los Estados Unidos, en su fétida decadencia, atacan bajo las órdenes de corporaciones y un orate de peluquín; mientras algunos gobiernos aplauden y se arrodillan, llevando a sus países directo y sin escalas a la miseria que dicta el FMI.

La derecha llegó hace rato, y bien vendría organizarse para resistir y defender lo que se ha ganado, antes de tener que soportar unos cuantos años de hambre, y luego salir en estampida violenta a voltear de nuevo la tortilla, como nos ha tocado históricamente en esta tierra de gracia que es América Latina. Nunca está de más recordar que aquellos que no conocen la historia, están condenados a repetirla.

 

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