Trabajo comunitario para resistir al narco-Estado
El capitalismo logra aislarnos de todos los ámbitos de la vida, nos mantiene ajenos de nuestros quehaceres diarios, de nuestras familias, comunidades e incluso nuestras identidades, mediante la explotación y la alienación.
Estos efectos encuentran su campo más fértil en el terreno de la ilegalidad, por ser el narcotráfico y el crimen organizado la expresión máxima de la competencia y el libre mercado, en donde todxs lxs actores buscan -dentro de la lógica de la acumulación capitalista- la maximización de un rédito individual y egoísta: acumular, por acumular, para seguir acumulando. El crimen organizado y el narcotráfico eliminan directamente cualquier barrera que se interponga en ese camino, siendo esta muchas veces el pueblo.
Por su parte, el Estado burgués felizmente lo permite, es más, bajo políticas neoliberales incluso lo garantiza. Las economías ilícitas representan uno de los pilares del sostenimiento del sistema capitalista. En este ejercicio de concederle territorio, el narcotráfico se apropia de espacios que históricamente le correspondían a la organización popular.
Dejarle las puertas abiertas al crimen organizado, mediante la inacción del Estado, también es parte de la guerra que la burguesía está llevando a cabo contra el pueblo.
Es por esto que los lugares en donde la violencia en torna explícita, son en los espacios públicos y los barrios populares, donde el crimen organizado empieza a competir con alternativas organizativas y comunitarias, donde la desposesión caracterizada como propiedad privada aún no fortalece sus raíces.
Bajo este modelo de Estado burgués, confabulado con el crimen organizado y el narcotráfico -Narco-Estado-, las salidas “democráticas” liberales simplemente son ineficientes. Alcaldes, asambleítas y partidos políticos solamente miran a la distancia y se lamentan de la inseguridad del país, pero los marcos de acción (e inacción) que poseen dejan en evidencia que el pueblo no es prioridad para ellxs.
“Solo el pueblo salva al pueblo”, realmente está viva esa frase, no es vacía ni demagógica, y aquí quiero poner como mi ejemplo favorito de trabajo organizativo al Black Panther Party.
Las características de los barrios negros de Estados Unidos en los 60s tienen sus claras distancias históricas y geográficas con nuestra realidad, pero el nivel de incidencia que tenía el narcotráfico y el crimen organizado, es fácilmente comparable al que estamos sufriendo hoy en día en nuestras ciudades.
De manera estratégica los cofundadores del movimiento, Huey P. Newton y Bobby Seale, sabían que para disputar las calles a la economía ilícita, tenían que apelar directamente a las subjetividades de los individuos más alienados, los que todavía no desarrollan conciencia de clase: lxs lumpenproletarixs.
“Huey entendió el significado de lo que decía Fanon sobre la organización del lumpenproletariado primero, porque Fanon señaló explícitamente que si no se organizaba el lumpenproletariado, si la organización no se relacionaba con el lumpenproletariado y daba una base para organizar al hermano que es proxeneta, al hermano que es traficante, al desempleado, al oprimido, al hermano que roba bancos, que no tiene conciencia política "eso es lo que significa lumpen proletariado" que si no te relacionas con estos gatos, la estructura de poder organizaría a esta gente contra ti” (Bobby Seale, Seize the Time, 1970).
El éxito del Black Panther Party estuvo en poder conectar con la gente de los barrios, de dar respuestas concretas y reales a las necesidades del pueblo mediante la organización colectiva; y jalar a lxs hermanxs que de otra forma hubieran sido una pieza más de la maquinaria del Narco-Estado.
Hacer trabajo barrial-comunitario-organizativo es llevar concientemente esta máxima como valor. Cualquier vecinx sabe que el logro más grande que tiene el desarrollar organización, es sacar a lxs jóvenxs del crimen.
Tuve la oportunidad de conversar con la señora Blanca Haro, dirigente del barrio Atucucho. Hablamos sobre el proyecto cultural y comunitario Casa Atuk, que fundó su hijo, Marcelo Jácome, y que busca en sus palabras: “una casa cultural para todos, en donde los chicos estesen entretenidos y no se metan en la delincuencia”.
El trabajo organizativo como el de Atucucho busca construir acciones que den respuesta y pongan en evidencia las contradicciones de lo que el Estado no hace, y lo que no hace es protegernos. Pero al organizarnos, la búsqueda por esa emancipación y liberación de nuestra condición de explotadxs no puede implicar ocupar el lado del opresor:
“La voluntad de emancipación y libertad no puede corresponderse con los modelos de organicidad que existen, pues han sido concebidos a partir de la lógica misma de la dominación” (Salazar, 2019).
Implica que el desafío de crear propuestas de organización comunitaria, es ser concretos y reales con las respuestas que ofrecemos. No podemos seguir reproduciendo mecanismos de organización sin incidencia política verdadera, como si estuviéramos haciendo acción social de iglesia.
Es un camino abierto, cada puesta en práctica es susceptible a cometer errores en el proceso, pero así se construye la organización popular. Por supuesto, desde una concepción teórica-ideológica concreta, que pueda marcar el objetivo a seguir: una organización popular anticapitalista. Como dijo Lenin:
“Sin teoría revolucionaria, no puede haber tampoco movimiento revolucionario”.