Un NO para retornar al sentido común de la defensa de la vida

NO
Domingo 21 de Abril de 2024

Este domingo el país se prepara para votar una vez más una consulta popular. Posterior a la creación de la nueva Constitución de 2008, esta sería la sexta consulta en la que participa el pueblo ecuatoriano. Como todas las anteriores, se posiciona desde el poder como una apuesta de democracia, donde las mayorías se manifiestan dentro de la toma de decisiones de un país. Pero ¿El pueblo ecuatoriano siente que este domingo participará en la democracia y cambiará el rumbo nacional del país? 

La democracia es una metodología para intentar redistribuir el poder del Estado. Sin embargo, el poder es un terreno en permanente disputa, no puede ser tecnificada por medio de mecanismo de participación institucionalizada para ser justa, porque ésta se conquista por medio de la construcción de un poder distinto al dominante. Los procedimientos y protocolos, si bien son importantes en el tema de justicia, no garantizan que el poder sea justo persé. De hecho, en manos equivocadas, la democracia puede transformarse en una trampa para acaparar poder y control.

En nuestro país las consultas han sido transformadas para ser herramientas y termómetros para que los gobiernos de turno evalúen sus condiciones de re-elección popular. Esto se evidenció tanto en el caso de la consulta popular del Guillermo Lasso en el 2023, como en la de Daniel Noboa. Un populismo institucionalizado germina desde las entrañas de nuestra historia política y la consulta se vuelve terreno fértil para un pre campaña presidencial.

Confusión, fisuras, desencanto y molestia habitan las conversaciones cotidianas. Se evidencia en el día a día el rechazo permanente de las mayorías en abrir una discusión de la política sobre la consulta, o cualquier otro tema que cruza las mañas del poder. Nos encontramos con un país en donde la mayoría de gente está cansada de creer en proyectos políticos que no cumplen lo que predican. La palabra y la verdad han perdido sentido. La crisis política también se refleja en la ausencia de referencias políticas que cumplen lo que dicen. Posterior a la caída del progresismo, todo lo que una vez se nos hizo sentido común, ahora entra en tela de duda.

La esperanza de cambios es sin duda un proceso histórico, construido mayoritariamente por las luchas populares antes que por voluntades políticas. Posterior a los años setentas, los proyectos trasformadores son arrasados por dictaduras militares, bloqueos y derechas. A inicios del siglo XXI el progresismo tomó poder central en la región, y con ello surge un relato que centra su poder en el Estado y no cumple sus promesas hacia las grandes mayorías. Con atropellos y limites entra en un periodo de descomposición. A la par las elites y los medios de comunicación posicionan un discurso de odio hacia el progresismo, desde la crítica del autoritarismo y de un gobierno totalitario como el mal de todos los problemas. Lejos de ser eso, y lejos de ser un gobierno de los de abajo, su cuestionamiento sistemático abre la grieta para dudar de todo, hasta de los derechos conquistados por los de abajo hace décadas.

Lenin Moreno, Guillermo Lasso y Daniel Noboa son el mismo gobierno con distintos estilos. Han pasado más de siete años desde que ocupan el poder estatal y sus gobiernos han sido nefastos: en ellos el desempleo ha crecido, la vida se ha encarecido y los luchadores sociales son perseguidos sin ningún debido procedimiento legal. El Estado se ha vuelto un juguete a servicio de las élites. Hoy corremos el riesgo que el país se vuelva una hacienda del grupo económico Nobis. Sin embargo, la confusión respecto al ¿qué hacer? para las mayorías sigue de pie. Parecería tan claro, pero la confusión esta en todo lado.

La consulta integra un  total de 11 preguntas que están categorizadas en letras, de la A hasta la K. De la A a la E son preguntas de referéndum, que significa que cambios de los derechos puestos en la Constitución serán modificados. De la F a la K son preguntas que no requiere estar dentro de una consulta popular ya pueden ser modificadas en la Asamblea Nacional. Está claro que aquí hay un juego mañoso, las preguntas parecieran lógicas ¿quién no va a querer más seguridad ante la ola de crisis carcelarias que vivimos? Pero, tras estas preguntas, que parecen bien intencionadas, se esconde un régimen neoliberal y fascistoide que protege su economía y persigue con mano dura todo lo que le molesta.

Las preguntas más peligrosas están en el literal D y E. En el primero por la regresión de derechos laborales que significaría de darse el trabajo por horas (más de 50 años retrocedidos); y la segunda, no es más que un candado de seguridad para los inversionistas extranjeros, en asegurar la integridad de sus capitales y ganancias incluso por encima de los daños ambientales, sociales, culturales y económicos que sus actividades puedan ocasionar. La consulta, traducida con claridad es un armaje político para imponer una agenda al servicio de las élites que profundizara la crisis económica que viven las grandes mayorías. Un juego populista diseñado para que perdamos.

Especialista tras especialista evidencian las mañas del partido ADN en esta consulta popular. Sin embargo, la confusión persiste ya que la discusión no es un tema de argumentos jurídicos o técnicas, sí de condiciones políticas, de un proyecto político de la élite que va en contra de la posibilidad de una vida digna de los de abajo. Lo que se juega en esta consulta es la legitimidad de un gobierno de derecha o el rechazo al mismo, que para nada es una aprobación a ningún gobierno anterior, peor aún un llamado al pasado. Esta no es una discusión de quien gobierna, sino de cómo vivimos.

En efecto el discurso del “correísmo y el anti-correísmo” han reducido las luchas sociales a un mero discurso político electoral.  Hoy, esa discusión es inservible y resta la posibilidad real de comprender el problema y los riesgos que vivimos como país. Debemos volver a una reflexión que nos aclare la realidad y no una que nos confunda durante elecciones. En efecto, y como siempre ha demostrado la historia, cambios reales viene cuando los de abajo los demandan. El SÍ en la consulta no será la respuesta que permita generar cambio para mejorar la vida como todos esperamos. En ello se esconde la trampa. Por esto, el NO es una respuesta ante la defensa de la vida. El NO representa la posibilidad de frenar que avancen cambios que serán catastróficos para la clase trabajadora, para los millones de personas de a pie en la vida.

A la crisis económica, de inseguridad, diplomática, de representación política, hace no más de 72 horas se suma la crisis energética, que paraliza una vez más las economías, y la posibilidad de salir adelante en tiempos de oscuridad. Un nuevo estado de excepción es decretado, que impulsa temor y evidencia que la única medida que tiene el gobierno de ADN para frenar la crisis, es militarizar la vida.  Irónicamente, el gobierno de Noboa una vez más grita que es culpa de terceros. Mientras la clase política hace un show mediático, el país brega con lo que tiene a la mano para subsistir, en la espera de mejoras que por lo visto no piensa llegar, al menos no por voluntad de la clase política y económica. No sabemos que podrá venir después de este gobierno, ya que Moreno, Lasso y Noboa nos demostraron que siempre puede ser peor. El NO en la consulta es una forma de resistir en tiempos de gobiernos nefastos. Es frenar el avance de la debacle. El NO es un acto de dignidad, de decirles que no estamos conformes hacia donde han conducido nuestras vidas, que ningún gobierno nos viene a salvar y que es hora de poner las esperanzas en nosotros mismos, los de a pie.

 

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