Moreno: toda una contra-vida (Parte II)
Ante el escenario de pandemia, la necesidad de liquidez es innegable, pues se requieren equipamientos para el personal de salud, infraestructuras adecuadas para la atención de pacientes y traslado de las personas fallecidas, acondicionamiento para la provisión de alimentos y necesidades en los hogares, el manejo de residuos responsables, y el pago de los empleados públicos. Condiciones que hoy son la prioridad para mantener la existencia.
Por lo tanto, Moreno anuncia que la liquidez debe concentrarse en dos sentidos: en la emergencia sanitaria y en salvaguardar las empresas. Sin embargo, las medidas prueban que se busca garantizar lugares adecuados para el mercado, y una focalización de presupuesto para las empresas, respectivamente, de tal forma que la economía retome su curso de acumulación.
En primer lugar, el gobierno afirma concentrar esfuerzos económicos para mitigar y prevenir el contagio y atender la emergencia sanitaria, no obstante, no aclara los montos que evidencien dicha priorización del cuidado social. Adicionalmente, se remitió a asegurar que las necesidades básicas de los hogares serían satisfechas por razones legales, es decir, evitando pasar a cobros jurídicos por falta o retraso en los pagos. En cuanto a la no subida de servicios básicos, la suspensión por el desahucio de inquilinatos y el apoyo en el pago de pensiones de educación secundaria privada, corresponden a proveer a los trabajadores con lo necesario para su existencia y reproducción.
De esta forma, las medidas para contener la propagación, no son más que acondicionamiento del escenario. Con miras a la superación de la pandemia: garantizar los lugares de mercado, y la fuerza trabajadora para producir, retornando a la “normalidad”, aunque estas no son condiciones suficientes para que el capital se reactive.
El segundo destino de los recursos es salvar la economía, es decir, proveer de liquidez a las empresas y al sector financiero, bajo la premisa de que apoyarán a otras empresas y pagarán los salarios. Con esta medida, se pretende otorgar a las empresas líneas de crédito flexibles y con tasas de interés bajas, de tal forma que puedan mantener una actividad teledirigida para no dejar caer la acumulación del capital.
Moreno anuncia que el fideicomiso o la “Cuenta de Asistencia Humanitaria”, tendrá dos fuentes principales: el recaudo y la adquisición de deuda pública. En un primer momento, se podría considerar que el recaudo tiene un argumento progresivo, pues deja por fuera a las personas que ganan menos de 500 dólares al mes, y la contribución porcentual se ve incrementada a medida que los ingresos son mayores. Sin embargo, el destino de los recursos se concentra en las garantías para que los trabajadores retornen a la producción, como lo he mencionado anteriormente, acondicionar salubremente el espacio público para el mercado, y enfáticamente, salvar el capital representado en la banca privada y empresas con mayor cantidad de trabajadores.
La cuenta de asistencia no es realmente humanitaria, sino que concentra el esfuerzo para que el capital se salve a sí mismo, es decir, reúne recursos para garantizar un tipo de producción a través de créditos flexibles con tasas de interés relativamente bajas, que serán cobrados en escenarios posteriores a la pandemia, tal y como lo menciona el borrador de ley dirigido a la Asamblea. Este es un posible acondicionamiento para que los grandes empresarios y el capital financiero se apropien de las infraestructuras de los capitales pequeños, de tal forma que puedan acumular en escenarios de crisis.
El mismo borrador anuncia que los segundos proveedores de liquidez, mencionados por Moreno, son los organismos internacionales, es decir, contraer deuda pública con el FMI, el Banco Mundial y el BID – Invest, quienes han dejado gigantescas socavaciones en las arcas de los Estados latinoamericanos, como lo reporta la literatura de la “década perdida”. Las condiciones de estos organismos para contraer deuda pública se caracterizan por garantizar la extracción minera, bien sea de petróleo y/o minerales demandados en los mercados internacionales. De esta forma se re-primeriza la economía, es decir, Ecuador continuaría atrapado en la trampa de la extracción minera para salir de la pobreza. No podría pensar en alternativas productivas porque estaría endeudado, mientras que las potencias económicas garantizan la oferta de minerales y petróleo.
Como bien menciona en la alocución presidencial del pasado viernes 9 de abril, y se lee en el borrador dirigido a la Asamblea Nacional: el gobierno proveerá de recursos a los empresarios para generar una estabilidad económica, de tal forma que se destinen recursos al pago de salarios y se continúe con la producción después de la pandemia. En efecto, el Estado salva a las empresas y las formas de acumulación de capital, propios de esta producción, a través de una deuda que será pagada con el trabajo de la misma población, que dice estar salvando.
Es así como en estos momentos de crisis, el capital no deja de maquinar alternativas para su continuidad, es decir, poner en primer lugar la economía sobre la vida. Moreno es cómplice de ello, ha demostrado que para él prima el pago de la deuda que destinar recursos a la salubridad pública. Además, el presidente busca adquirir una nueva deuda en unas condiciones que, hipotéticamente se podrán pagar una vez pase la emergencia sanitaria, y que significarán una condena a la población y a los territorios; recursos con destinación a las empresas y el capital, que ya han demostrado que la vida les importa poco.
Ante esta situación, la flexibilidad crediticia por parte de los organismos internacionales no es suficiente, las bajas tasas de interés o la ágil provisión de liquidez a los países no garantizan una salida a la crisis que se avecina. se puede suponer que las empresas se verán impedidas para el pago de cargas tributarias, la ciudadanía no tendrá posibilidades de contribuir ni liquidez para el consumo de bienes de primera necesidad, el Estado no cuenta con utilidades o fuentes de recursos de los cuales echar mano para pagar la deuda y sus intereses.
Este es el momento para renegociar las condiciones de la deuda presente y la que está por adquirirse, de forma que el país pueda declararse impedido para el pago, en caso de que la economía no responda a la inyección de liquidez. Es el momento para cambiar el relato de la vida después del trabajo, la vida después del capital, es el momento para replantear el salvamento al capital financiero y la acumulación, y concentrar el esfuerzo en el cambio de paradigma hacia la cooperación, la producción limpia y el reconocimiento de los cuidados como un trabajo.
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