Los mundos mejores posibles: amar o morir
Con una esperanza inmensa de sanación, y con el entusiasmo y el amor a la vida que le tenemos quienes soñamos con el mundo mejor posible, pensamos en principio, que una pandemia de esta magnitud en el S. XXI, podía pensarse como una oportunidad. Pensamos ingenuxs que se socializaría entre todxs, la noción de que es el capitalismo patriarcal colonial especista, con su sistema de sistemas de cosificación – explotación – opresión, es la causa principal de todos los males que hacen de este maravilloso mundo, insufrible para lxs que somos más. Nos equivocamos profundamente. La pandemia solo se ha mostrado como un síntoma más de la brutalidad inherente del sistema, y ha sido la oportunidad de los poderosos, para extremar la precarización de la vida, exacerbando las contradicciones de clase, de todas las clases. Dentro de este escenario, nos enfrentamos a la posibilidad de un re-ascenso del fascismo en términos históricos a nivel global.
El capitalismo patriarcal colonial especista, se sostiene mediante una replicación cíclica del proceso de acumulación primitiva, que necesariamente genera procesos de re-expansión capitalista –Luxemburgo-, y por lo tanto la destrucción de toda la vida. En otras palabras, colocar al mercado sobre la vida. Ejemplo de esto es que en todo el mundo capitalista, el despojo a la clase trabajadora y la naturaleza, se ha acrecentado de forma dramática, mientras los grandes grupos económicos locales y transnacionales, han expandido sus ganancias con creces. Necesariamente, la re-expansión capitalista por la que estamos pasando en estos precisos momentos, nos invita a revisitar al marxismo y al materialismo dialéctico e histórico, si es que pretendemos unirnos para empezar a escribir la historia de las personas libres.
“El modo de producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción, socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y las personas” (Karl Marx, El Capital tomo I, pág 424-425). Un sistema enfermo es incapaz de construir seres sanos, es más un sistema enfermo nos requiere insanxs, desorganizadxs, desesperanzadxs, aturdidxs, desplazadxs, aisladxs en la superación cotidiana de las condiciones materiales de vida, o en este caso, la supervivencia. La pandemia se presenta como una oportunidad única de reacumulación primitiva, una vez más, a costa de la vida de las mujeres, de lxs cuerpxs racializadxs, de lxs pobres, y de los animales no humanos. La voracidad del capital, nos cuesta todo aliento. Son lxs de arriba, lxs de arriba de cualquier clase, que nos comen a lxs de abajo, a todxs lxs de abajo.
La colonización del mercado sobre la vida, ha causado una profundización de la des-democratización del acceso a lo que la falacia liberal llamó “derechos”, que se han evidenciado más que nunca, como privilegios de clase. La crisis del sistema de salud potencializada por la pandemia, ha demostrado la desigualdad en la enfermedad y la muerte, no solo en términos de acceso a tratamiento, sino que también pauta el acaparamiento de la distribución de vacunas. Como es costumbre, el Sur global, la periferia o los satélites, seremos los menos y más tardíamente abastecidos.
El mundo se vuelve cada vez más y más insufrible. Inevitablemente vamos acercándonos a lo que bien podría ser el momento del colapso del capitalismo patriarcal, colonial y especista. Pero en su majestuosa y aparentemente infinita capacidad de reinventarse y reinventar todos los mecanismos de cosificación – explotación – opresión, y de someter a más y de forma más efectiva a todxs lxs cuerpxs, el gran sistema de sistemas resurge potencializado. No nos queda más que reinventarnos a nosotrxs mismxs, a lo que entendemos por organización y reinventar el verso – los versos del mundo que queremos para todxs.
El concepto más bello y lleno de posibilidades en el mundo, sigue siendo el del comunismo. Que se entiende como la sociedad en la que las necesidades materiales de cada quién estén resueltas absolutamente: “cada quien según su capacidad, a cada quien según su necesidad”. El mundo de la producción - apropiación coletivas. En la que hayamos abolido las clases todas –sociales, de género, de raza, de etnia, etarias, de preferencia sexo-afectiva, capacitistas, de especie-, en donde todas, todos y todes, nos podamos desarrollar multidimensionalmente, y en resonancia, en multi-versos, por medio del amor. Un comienzo: la politización de la empatía y la solidaridad como ejercicios de consciencia de clase.
El amor termina siendo la clave revolucionaria. Donna Haraway plantea que “el presente contiene todos los tiempos que fueron y serán. Ninguna persona individual o pequeño colectivo puede hacerlo todo. La pregunta está en cómo conectar con otrxs que también militan por un mundo más vivible. Tenemos la posibilidad de conectar con otros amores, y otrxs amantes, y podemos activar una práctica colectiva de vida y resolver entre todxs, y a partir de todas nuestras experiencias (...) reaprender y dialogar” hasta llegar a la resonancia múltiple de los mundo todos. Una vez más, aportando cada quien según su capacidad, recibiendo cada quien según su necesidad.
Nos queda la organización, el sostén colectivo, comunitario y cuidadoso de la vida, la resistencia. Aún no se ha resuelto el cómo. Tendrá que ser a manera de prueba y ensayo en pequeñas iniciativas locales. Fracasaremos mil veces, pero seguiremos intentando. Moriremos miles en el intento, el dolor nos acompañará a cada paso, pero también la esperanza. Ante el capitalismo patriarcal colonial y especista que nos quiere individualistas, enfermxs y sumisxs, frente a un momento histórico que nos demanda individualismos, desapegos y desamor, el amor, el amar a quienes aman, nos capacita para ser múltiples. Solo a través de apegarnos al mundo y a lxs otrxs, podemos construir mundos mejores, mundos donde quepan todos los mundos, el multi-verso de la resonancia.
Vencer o morir. Amar o morir. Resistimos.