LOES: Reformas corporativas, resistencia colectiva
En el 2018 conmemoramos el centenario de la Reforma de Córdova, acontecimiento histórico que incidió en la transformación estructural de la educación superior en América Latina con los estudiantes - en articulación con otros sectores populares - como los actores protagónicos de este hecho. Las demandas estudiantiles en Argentina, fueron incorporadas en la agenda política nacional producto de las constantes expresiones de acción colectiva de los sectores estudiantiles que exigían atención a sus reivindicaciones.
Progresivamente en otros países latinoamericanos el ejemplo de la Reforma de Córdova motivó a los estudiantes a indignarse, organizarse, movilizarse y articularse con diferentes actores políticos y sociales para cambiar la lógica preponderante de la educación, e incorporar sus demandas en la construcción de una política educativa diferente. En Ecuador, cien años después, se ha aprobado una Reforma a la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) que prioriza los intereses corporativos de rectores y autoridades de las Instituciones de Educación Superior (IES) sin tomar en cuenta las propuestas de los y las estudiantes.
La indiferencia institucional frente a las reivindicaciones colectivas de los y las estudiantes plasmadas en sus propuestas de reforma, motivó a que diferentes gremios y organizaciones estudiantiles tomen la decisión de movilizarse el pasado 15 de mayo. El objetivo de la movilización estuvo enmarcado en rechazar la propuesta de reforma presentada por la SENESCYT, debatida y aprobada en el pleno de la Asamblea Nacional, aludiendo que la misma fue elaborada con la finalidad de satisfacer las necesidades de quienes manejan las IES anulando la participación de los y las estudiantes en la toma de decisiones, a partir de un bloqueo recurrente por parte de autoridades e instituciones del aparataje estatal. De igual manera, las modificaciones incorporadas limitan la posibilidad de regular el lucro en las IES favoreciendo la lógica de mercantilización de la educación, entre otras cosas, que por la extensión del presente artículo no se puede profundizar, por lo cual se requiere e invita a un amplio debate sobre el tema.
La convocatoria a la denominada “Marcha Nacional por la Educación” estuvo dirigida a Federaciones Nacionales de estudiantes de instituciones tanto públicas como privadas, Escuelas Politécnicas, Institutos y Universidades de Posgrado, así como otros actores sociales afines a las reivindicaciones estudiantiles. El propósito era concentrarse en al Parque “El Arbolito” para dirigirse a la Asamblea Nacional, en donde se tenía planificado la intervención de uno de los representantes estudiantiles durante la discusión de la reforma en el pleno, para dar a conocer sus propuestas, sin embargo, fueron impedidos de ingresar y ejercer su derecho a participar en la elaboración de un instrumento normativo que debería incorporar las voces de los y las estudiantes.
Las prácticas y mecanismos para desprestigiar y bloquear al movimiento estudiantil y sus propuestas han sido sistemáticas, sin embargo, lo acontecido con la convocatoria del martes 18 de mayo también debe motivar a que los y las estudiantes realicemos un profundo ejercicio de crítica y autocrítica en torno a las dinámicas y formas articulación y acción colectiva. Es meritorio reconocer y respaldar las acciones asumidas por el movimiento estudiantil frente al manejo inadecuado de la política pública en materia de educación, ya que se define como un impulso para fortalecer la unidad de acción y la diversificación de formas de lucha.
El hecho de retomar el espacio público como escenario de disputa política después de años de contiendas virtuales y lobby político institucional, que en ningún sentido pueden ser consideradas como mecanismos inválidos, el movimiento estudiantil debe repensar en las formas de articulación conjunta para la denuncia y exigencia que de cumplimento a sus demandas, fortaleciendo las expresiones de intervención anteriormente mencionadas, que han sido útiles y necesarias pero que deben ser intersectadas con la reapropiación y empoderamiento de “la calle”.
Las movilizaciones en rechazo y resistencia a las decisiones unilaterales e inoportunas de las instituciones gubernamentales en beneficio de la aristocracia educativa deben marcar el inicio de un proceso de movilización permanente de los y las estudiantes frente a las decisiones anti populares del Gobierno central y frente a otras expresiones de injusticia. La activación en redes sociales debe ser fortalecida con la consolidación de tejido social a partir de mecanismos efectivos de articulación con otros sectores populares y de la diversificación de tácticas de movilización y acción directa. El movimiento estudiantil debe empezar a intensificar las luchas que aporten a la construcción de expresiones de resistencia colectiva como mecanismo de respuesta a la lógica de operación corporativa de la educación superior y del aparataje gubernamental. En las aulas, en las calles, en los territorios, asumamos nuestro rol de transformación social.