Consideraciones sobre el Partido u organización revolucionaria (I)
Las revoluciones se organizan, no aparecen de la noche a la mañana, no dependen de la voluntad o el deseo de individuos, en su desarrollo intervienen un sinnúmero de factores – sociales, económicos, culturales, militares, políticos –, que posibilitan su emergencia, abrupta, esperanzadora, violenta, pero necesaria; uno de estos es el Partido.
En la siguiente serie de artículos, que sumarán en total cuatro, abordaré diferentes aspectos conceptuales, ideológicos, teóricos y prácticos sobre el Partido, empezando por la crisis que atraviesa la concepción de Partido en la izquierda, luego caracterizaré qué es un partido revolucionario y qué se propone; posteriormente hablaré de sus elementos constitutivos: la militancia, el programa, la táctica y estrategia, para finalmente esbozar una propuesta sobre el Partido que necesitamos los revolucionarios y las revolucionarias hoy en día.
La polémica en torno al Partido
No exento de polémica, el debate contemporáneo sobre la pertinencia del Partido ha caído en el olvido o la simpleza, la crisis del sistema de partidos dentro de la democracia burguesa, la idea de representación de la voluntad popular, sinónimo de corrupción e inoperancia, junto a concepciones caducas – autoritarismo, dogmatismo – en la izquierda, han contribuido a popularizar la idea de que los partidos “no son útiles”.
Esta crisis da en el clavo, en su mayoría los “partidos” no han sido suficientes para liberar a la sociedad más bien han conspirado en su contra, controlándola cuando es posible, y cuando no, reprimiéndola; sin embargo, al poner todas las experiencias partidarias en un “solo saco”, se puede inferir que contra toda organización política revolucionaria es negativa.
Los partidos están ligados a la sociedad, a las clases sociales, la cultura etc., aparecen, desaparecen o se transforman, por ello tienen un carácter histórico; no surgen espontáneamente “porque sí”. Los partidos pretenden ser extensión, “real o falsa”, de los valores, tradiciones, costumbres y necesidades, que habitan en la sociedad con el fin de transformarla, sea para el bien de una mayoría o minoría.
Es cierto que los partidos difícilmente, – refiriéndome a los de izquierda – podrán ser vehículos de emancipación sino actúan contra la agencia de la modernidad capitalista sobre sus estructuras, permitiéndose reproducir los mismos roles de la sociedad de clases: individualismo, machismo, autoritarismo, etc. La crítica y la autocrítica son elementos importantes en el desarrollo de nuevas estructuras partidarias, aspectos que implican decir y hacer. El Partido por lo tanto, debe bregar por ser el embrión del socialismo y la libertad en todo sentido.
Una necesidad histórica.
La revolución por venir será un suceso de enormes proporciones, se deberá organizar con paciencia y pasión, el despertar del pueblo tomará tiempo, empezando por la recuperación de sus fuerzas e iniciativa, además de la batalla ideológica. Para la consecución de la tarea histórica que significa la revolución, es necesaria la organización de los sectores más convencidos sobre la unidad ideológica, programática, táctica y estratégica, hacia la construcción de los elementos que la posibiliten: el movimiento político social levantado sobre el poder popular y la autodefensa.
El Partido es una necesidad y no puede ser más que la expresión de las aspiraciones del pueblo, debe estar integrado por sus hijos e hijas, partiendo del análisis objetivo, definiendo así las tareas del momento, los escenarios de disputa, priorizando los recursos y las fuerzas. Al ser una tarea altamente compleja requiere además del esfuerzo teórico que interpreta la realidad, nutrirse de herramientas científicas y tecnológicas, con el fin de representar una alternativa real para el conjunto de la sociedad. Su programa no puede ser únicamente ideológico, sino realizable considerando las características de la región y el país.
Independientemente de la forma que adquiera el Partido, su sentido y elementos constitutivos, en altísima conexión con el pueblo, serán quienes marquen la ruta a seguir hacia la victoria. Sin miedo a la equivocación o a derrotas momentáneas, considerando el complicado momento que viven las fuerzas populares en América Latina y el mundo entero, esta tarea no puede ser enfrentada sino es con la mayor decisión y entrega posible.