La revolución será el feminismo
Venía pensando en la frase que se ha vuelto emblema del feminismo popular: “La revolución será feminista, o no será”. Sin embargo, por más alentadora que sea esa consigna, creo que sigue manteniendo a las demandas de género en una posición marginal, o parcialmente marginal al menos. Parecería que las demandas feministas fuesen en sí, un sujeto aparte de la revolución y no la revolución en sí misma. Desde una perspectiva epistemológica, el patriarcado y sus implicaciones en el sistema sexo-género, constituye la forma primordial en la que construimos conocimiento en las relaciones sociales. En este sentido, las lógicas del patriarcado y la dominación masculina atraviesan todos los aspectos de nuestras vidas.
Desde una perspectiva gramsciana, la hegemonía está construida de forma circular, en una serie de anillos que se suceden unos a otros creando un todo encapado a manera de cebolla. Como en efecto fue, Gramsci tuvo la certeza de entender la complejidad de los sistemas de instituciones que mantienen en pleno funcionamiento el orden de las cosas. Y en ese mismo sentido, concibió una revolución orquestada desde muchos frentes y en un proceso larguísimo, pero certero. Sin embargo, como militantes e intelectuales orgánicos, hemos fracasado históricamente en comprender la magnitud de este sistema de trincheras que bien describió nuestro coideólogo italiano.
Creo que erróneamente hemos enfocado desde la izquierda, una revolución jerarquizando los sistemas de opresión y perdiendo de vista así la real dimensión de su complicidad y funcionamiento engranado. Como superpusimos desde siempre la importancia de la perspectiva clasista a cualquier otra perspectiva, nos encerramos a nosotras mismas en un lente que quedó muy lejano en corregir nuestra miopía. Mientras concentramos esfuerzos en organizar sindicatos y partidos obreros, perdimos de vista que reproducíamos en nuestras propias filas la violencia que permitió la magnitud de la acumulación primitiva: la división sexual e internacional del trabajo.
Múltiples formas del patriarcado fueron y son las que mantienen en permanente generación al capitalismo. Quema de brujas, violaciones sistemáticas, prohibición a decidir sobre nuestros cuerpos femeninos, negación al acceso a educación y salud, trata e intercambio de mujeres, el matrimonio, la héteronorma, la doble jornada, la carga mental, el femicidio, el feminicidio, las humillaciones, los estándares de belleza, las tantas palizas que nos propinan. Todas orquestadas con el mismo propósito de mantener un sistema tripartito de explotación: capitalismo-patriarcado-colonialismo.
Sin embargo, tras siglo y medio de intentos frustrados de revoluciones, parece que el fantasma que recorre el mundo es morado, verde y feminista. El sujeto revolucionario de nuestra era no es la clase obrera por si sola, sino que es la clase femenina en articulación con otros actores colectivos del campo popular. “Ellas nos sacaran del neoliberalismo” se leía por varios muros de Facebook este jueves 14 de junio. Si bien la frase hacía referencia al paso a la cámara de senado en Argentina de la ley de aborto legal, seguro y gratuito; se pude aplicar a todas las revoluciones a lo ancho del globo. El confederalismo democrático planteado por el pueblo kurdo pone a las mujeres en la vanguardia de la revolución, y creo que no puede ser más acertado.
El hilo epistemológico del patriarcado es el que teje estrechamente el sistema tripartito de explotación. En este sentido, el patriarcado es su cerco más robusto, que ha logrado permanecer inclusive en los ensayos sociales menos clasistas y coloniales. En este sentido, la superación sistemática de este cerco podría ser la forma más efectiva de figuración revolucionaria. Quizás haciendo una relectura de los planteamientos de Gramsci, la primera trinchera que tenemos que tomarnos como revolucionarias en este circuito de capas superpuestas, sea precisamente el subcircuito de trincheras patriarcales que se contienen y alimentan el orden hegemónico.
No es que la revolución será feminista, sino que la revolución será el feminismo en sí.
Bibliografía.
Federici, S. ((2004) 2010). El Calibán y la Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulacion primitiva. Quito: Traficantes de Sueños.
Bourdieu, P. (2000). La Dominación Masculina. Barcelona : Anagrama.
Gramsci, A. (1980(1949)). Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado Moderno. Madrid: Ediciones Nueva Visión.