Ecuador: colonia yanqui
El entreguismo servil de la burguesía ecuatoriana hacia el imperialismo norteamericano llega a niveles sin precedentes en la historia del Ecuador. La visita oficial de Guillermo Lasso a Biden en la Casa Blanca el 19 de diciembre, además del Tratado de Libre Comercio que pretende firmar Lasso con EE.UU., se enmarcan en una estrategia más amplia y profunda de entregar funciones monetarias, financieras, comerciales, militares e incluso la seguridad interna -pilar fundamental de la soberanía nacional- al conglomerado militar-empresarial estadounidense. Lasso es responsable por provocar y facilitar las cifras más atroces en materia de salud, educación y seguridad en las últimas décadas. La burguesía se avalancha sobre los recursos del Ecuador como la clase carroñera que representa, utilizando al pueblo como carne de cañón.
En medio del macabro plan de imposición imperialista al continente americano por parte de EE.UU. -encontrándose inmiscuido incluso en el golpe legislativo del 7 de diciembre en Perú- el gobierno de Joseph Biden se propuso convertir al Ecuador en un aliado geoestratégico en la defensa de sus intereses, en términos militares y políticos. Esta maquinaria extensiva de instrumentos para la defensa de una supuesta hegemonía, se divide en dos dimensiones: el imperialismo militarista y el imperialismo financiero. El primero se basa en expandir el control militar de EE.UU. en América y el mundo, imponiendo bases militares, oficinas de agencias de inteligencia y exportando sus manuales anticomunistas de criminalización y exterminio popular. El imperialismo financiero, se basa en imponer, expandir y sostener la deuda externa con las agencias crediticias multilaterales, ante todo el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los diversos bancos de crédito regionales, como el Banco de Desarrollo de América Latina-CAF- y el Banco Interamericano de Desarrollo -BID-.
La política de pacificación planteada por el mal gobierno de Lasso tiene implicaciones graves para la organización popular. Por un lado se facilitan y profundizan los vínculos políticos y económicos entre la burguesía y el crimen organizado; y por otro lado se imprime mayor control e intervención sobre el pueblo y la clase trabajadora. Como un guión de antaño, pero vigente sobre la historia de los pueblos del mundo, el momento neoliberal agudo, también es aprovechado por la burguesía para afianzar y estrechar las relaciones con el imperialismo yanqui. Uno de los emblemas más importantes del imperio -en cuanto le ha permitido intervenir exitosamente cientos de economías y políticas a nivel global- es la afamada lucha contra las drogas y el crimen organizado, donde por supuesto se incluyen organizaciones populares anticapitalistas. El Plan Colombia es solo un ejemplo cercano.
En este respecto, la intensidad y frecuencia con que diversas entidades de seguridad del Departamento de Estado de los EEUU como la DEA, la CIA y el ICE-HSI, toman la dirección de las investigaciones y operativos en el país, es alarmante. No solo es un atentado en contra de la soberanía e independencia del Ecuador, sino que augura graves consecuencias para el bienestar y salud de las dinámicas sociales y políticas en el país. La injerencia de estas agencias en las políticas de Estado y su ejecución, hacen el juego perfecto a la retórica del gobierno de Lasso, al tiempo que cimentan las bases para una verdadera persecución y criminalización de la protesta social, la organización popular y la pobreza. El análisis histórico ha demostrado que “la lucha contra las drogas y el crimen organizado” en un código moralmente aceptable para efectivizar al máximo potencial posible, la lucha contra “el enemigo interno”. Una vez más, el imperialismo yanqui y la burguesía local en alianza renovada contra la autodeterminación de los pueblos.
El Plan Ecuador es el nombre que en un principio eligió Lasso para referirse a lo que ahora llama Estrategia para la Seguridad y la Paz, mismo que requeriría de al menos USD 5.000 millones. La alusión al Plan Colombia evidencia las intenciones perversas del imperialismo yanqui en el país como socio estratégico en la geopolítica regional. El fracaso definitivo del Plan Colombia y sus miles de muertes y desapariciones como “daños colaterales de la lucha contra las drogas”, han obligado a los EE.UU. a invertir en su nuevo socio: Ecuador, brindando al Estado todas las herramientas necesarias para la imposición del libre mercado, y sus implicaciones políticas y sociales, como la reducción agresiva del Estado, consecuentes privatizaciones y concesiones de empresas estratégicas y competencias básicas como salud y educación, y el control territorial por parte del crimen organizado, característico de un narco Estado como el que se está consolidando en Ecuador.
La Estrategia para la Seguridad y la Paz, fue presentada directamente a la comandante del Comando Sur del Ejército de los EE.UU. Laura Richardson el pasado septiembre, durante su visita oficial. Así mismo, el embajador de Israel Zeev Harel reafirmó la puesta en marcha de la cooperación con Ecuador en materia de seguridad: “La cooperación tiene el objetivo de ayudar a Ecuador a enfrentar el crimen organizado a nivel estratégico y táctico, con la ayuda de tecnología avanzada, inteligencia, armamento y capacitaciones”. Ambos Estados imperialistas se caracterizan por facilitar la violación sistemática de Derechos Humanos, con mayor énfasis si las personas y colectivos en cuestión pertenecen a la organización popular o al pueblo precarizado. El Plan Ecuador consolidará la estrategia anticomunista en el país, y la posición geopolítica del Ecuador en la región.
El Ecuador se convirtió en un territorio tan extremadamente dependiente de la injerencia estadounidense, que se ata, se contabiliza e incluso se condiciona la inversión social al desembolso de paquetes de deuda externa. Lasso celebraba como uno de los logros de su visita oficial a EE.UU., el desembolso de un total de USD 1.600 millones en deuda, parte de los más de USD 70.000 millones de la deuda contratada por el Estado burgués. De los USD 1.600 millones, 700 millones corresponden a desembolsos del FMI, USD 500 millones al BM, USD 300 millones al BID y USD 100 millones al CAF.
Al mismo tiempo, los intereses estratégicos de EE.UU. y el resto de las naciones imperialistas se basan en la apropiación de los recursos naturales y estratégicos, que en la norma se encuentran en manos públicas, enfocándose primordialmente en recursos hídricos y energéticos. En este sentido, la privatización se convierte en una subasta abierta de recursos públicos a capitales transnacionales.
El 16 de diciembre pasado, la propuesta de Ley de Asociación EE.UU. - Ecuador 2022, se incluyó en el presupuesto de defensa de Estados Unidos para el año fiscal 2023, asignando recursos en materia militar y de defensa a desembolsos directos a Ecuador. Este marca otro hito en el gobierno antipopular de Guillermo Lasso. El Ecuador nunca ha sido tan entreguista como durante su mandato. Como cereza del pastel, Lasso coronó su visita a EE.UU. con reuniones oficiales en las oficinas de la OEA, la CIA y la USAID, los tres pilares fundamentales del imperialismo yanqui a nivel mundial.
El pasado 25 de diciembre, se ejecutó el plan piloto de importación de combustibles: por primera vez en la historia, una empresa privada -Primax S.A.- importó 25.000 barriles de gasolina en Posorja. Por medio de un convenio entre el Ministerio de Energía y Petroecuador, la empresa privada utiliza la infraestructura logística, de almacenamiento y comercialización del Estado, ejecutando un abuso por parte de la empresa privada a los bienes comunes. En otras palabras, el Estado ecuatoriano facilita la acumulación capitalista de privados como Primax -entre otras-. La facilitación a la acumulación capitalista y la alianza entre la burguesía local y transnacional se evidencia también en la lógica de privatización, con desfinanciamientos crónicos y pésimas gestiones de las empresas públicas, los múltiples derrames petroleros que se han dado este año son solo un ejemplo.
Concesionar la explotación petrolera y minera es una política de Estado promovida con entusiasmo por parte del gobierno central. La militarización de los territorios, muchos de los cuales son territorios ancestrales de pueblos y nacionalidades y/o reservas naturales de biodiversidad y fuentes de agua, es parte del paquete intervencionista. Por lo tanto, la presencia de paramilitarismo, desplazamientos y despoblamientos forzados no son coincidencia. Son parte de la intervención imperialista en sus dimensiones duras y blandas, en contra de los pueblos y la continuación de la vida.
Reunido entre las personalidades a las que les debe el cargo, y por lo tanto obediencia, el presidente Lasso auguró por su reelección en el año 2025, en el marco de un conversatorio en Washington, indicando que no se pretende perpetuar en el poder, sino que a diferencia de otras reelecciones, el “trabajará por el Ecuador”. Todo esto indica un afán por acentuar la profundización neoliberal en el Ecuador, a falta de cuadros burgueses preparados para suceder al mayor de los banqueros. En sus propias palabras, “uno se envalentona en Washington”.