El capital se impone por sobre la vida
Entre el mercado y la vida, en el Ecuador, ha ganado con creces el mercado. Después de que María Paula Romo, a la cabeza del COE Nacional, presionase hace unas semanas para que varios cantones del país pasen del semáforo rojo a amarillo o verde, este lunes 29, las autoridades gubernamentales pretenden imponer una “vuelta a la normalidad” en medio de una pandemia que está desarrollando dinámicas destructivas sin precedentes.
En el sector público, más de 72.000 servidorxs públicxs volverán al trabajo presencial en un momento en el cual - según las propias declaraciones del alcalde capitalino - el sistema de salud se encuentra colapsado. Esta lógica representa la insaciable sed de ganancia económica de los grupos de poder y la cúspide de la servidumbre a costa del mercado, al que le importa poco o nada la vida de personas, en una lógica de necropolítica, en la que considera desechables a algunos cuerpos.
Tan solo en Quito se registran más de 6.500 casos de Covid-19, después de un mes de declarado el “semáforo amarillo modificado”. El Gobierno Nacional, en conjunto con los grupos económicos de poder de la oligarquía y el empresariado, da su visto bueno para que el pueblo se sobreexponga a riesgos de salud. La estrategia mediática consiste en minimizar las tasas de contagios y muertes, permitiendo una reactivación económica basada en cálculos economicistas, que parecen pesar más que el cuidado de la población.
Según una reciente investigación del Financial Times, el Ecuador cuenta con la mayor tasa de mortalidad en el continente americano y una de las más altas a nivel mundial. Entre enero y mayo del 2020, el Ecuador registró una tasa de exceso de mortalidad de 19,200 muertes comparada con los mismos meses del año 2019. De este total, más de 12.000 muertes se habrían registrado en la provincia de Guayas. Parece que el “buen manejo” de la pandemia en Guayas, ahora se pretende replicar también en Quito.
Con el beneplácito de las autoridades, los grupos económicos superponen la ganancia y acumulación del capital a la salud del pueblo. En un juego perverso, se incentiva la reactivación económica, que lleva a contagios masivos en los centros de comercio y aglomeración de personas en las ciudades. Al mismo tiempo, la salud pública se encuentra críticamente mutilada por recortes consecutivos en los tres años de gobierno de Moreno, recortes que no han parado, ni siquiera durante la crisis sanitaria. Definitivamente, este es un gobierno de pocxs.
En Machala se ha decidido retornar a color rojo por un repunte significativo de contagios, mientras que las muertes por Covid-19 entre el personal de salud se multiplican en Quito, y aun así, la misiva oficialista recalca la necesidad imperante de retomar las actividades en el sector público y privado. Bajo este criterio se demuestra la (no)ética neoliberal del Gobierno Nacional, al cual le preocupa más la plusvalía que la vida del pueblo. Ante el panorama actual, se prevé un continuo y dramático repunte en los contagios y muertes por coronavirus entre los sectores populares, el ejército de reserva del capital que se piensa reemplazable bajo cualquier circunstancia, incluyendo a causa de muerte y enfermedad.
Bien sabido es que los sectores más vulnerables no han tenido más alternativa que morir por Covid-19 o morir de hambre desde el inicio de la pandemia. El neoliberalismo prioriza siempre al mercado: trabaja, consume, exponte, sirve al capital. En medio de despidos masivos, donde 180.852 servidorxs públicxs han sido despedixs en el marco de la pandemia, al pueblo trabajador no le queda más opción que acatar las medidas que se le imponen desde arriba. El Gobierno Nacional tendrá que responsabilizarse por un exterminio sistemático al pueblo ecuatoriano; de la oligarquía y el empresariado nunca hemos esperado nada, y aun así, se muestran cada vez más indolentes. Frente a esta realidad impuesta que apesta a muerte, la organización y la solidaridad son el camino para sostener la vida.