Lo que nos prepara el 2020
El inicio del año 2020 marca el último año de gobierno de Lenín Moreno. Este año bien prodría definir el devenir definitivo de su proyecto político o desembocar en una exacerbación de la política de choque neoliberal y las refomras que conlleva la misma, terminando por ser el detonante de nuevas jornadas de resistencia colectiva en contra de su mandato enaltecido ridículamente como presunta recuperación democrática. La realidad no podría distar más de esta narrativa. Tras el repaso de más de dos años de gobierno, es adjudicable en gran parte a la administración actual el crédito de la fabricación de un escenario que propició la profunda crisis a nivel de Estado y la pérdida generalizada de horizonte en lo económico, político y social que imperan en Ecuador en la actualidad. La crisis actual se materializa a través de diversas aristas: la desesperación del régimen ante el estallido popular de octubre y su inocua manera de presentarse durante aquellos días; los recortes graduales en educación, salud e infraestructura; los despidos masivos en el sector público y la precarización general de las condiciones de vida en el Ecuador son -todas ellas- atribuibles de forma directa al mal gobierno de Lenín Moreno. Sin embargo, esta simultáneamente termina por ser la lógica sistémica del Estado burgués: la apropiación por explotación y desposesión, acompañada de olas de privatización de todo aquello que sea económicamente rentable.
El hecho de que algunos Estados se encuentren administrados por empresarios autoproclamados como tales -como el señor Moreno- parece indicar la imposibilidad de que estos gobiernos realmente representen y materialicen los intereses del pueblo. Es innegable, que dentro de un Estado burgués como el ecuatoriano, el clamor de justicia social sea inapaciguable y finalmente inalcanzable por no corresponder a los limitados y penosos márgenes de representación y materialización real de los mandatos políticos con los que cuentan tales tipos de Estado. No pertenece a la lógica capitalista crear igualdad, ya que la desigualdad termina por ser su espina dorsal. El 2020 será un buen año para sobrepasar de manera definitiva estos mecanismos falaces, los cuales requieren de reformas políticas estructurales y por ende, un cambio de dimensiones fundamentales y sistémicas.
Se puede preveer que en el 2020, el gobierno neoliberal actual implementé con mayor vehemencia las reformas dictadas por el FMI y el resto de socios creditícios del Ecuador. Moreno anunciaba desde el inicio de su mandato que no buscaría la reelección, por lo cual se puede esperar una radicalización de las medidas antipopulares y su implementación sin consideración a los costos sociales y humanos que estas puedan producir, ya que el mandatario actual no se encuentra en la necesidad de reacumular capital político alguno. Adicionalmente, este gobierno carece de apoyo popular, al haber demostrado finalmente su verdadera cara. El régimen de Moreno no se entiende como un gobierno del pueblo, ni por el pueblo, ni mucho menos para el pueblo, por que simplemente no lo es.
El año 2020 marcará también el inicio de campaña electoral ante los comicios generales del 2021. Guillermo Lasso ya se encuentra en plena campaña desde hace algunos meses, intentando aparentar una disyuntiva superficial con el gobierno actual, pretendiendo desligarse de los grupos económicos de los que forma parte y a los que representa. En el 2020 también podríamos estar viendo el intento desesperado de un tal Jaime Matraca Nebot -el afamado y malaventurado caudillo del puerto- por limpiar su nombre, tratando de separarse del profundo racismo que lo caracteriza y define tanto como persona como también como personaje político. Tengamos la certeza de que esta empresa le resultará imposible a Matraca, para el bien de toda la sociedad ecuatoriana.
Se vislubra la posibilidad de que la campaña electoral en 2020 ciertamente le reste apoyo a Moreno, el cual entra a la historia como uno de los presidentes con máyor rechazo y desaprobación popular, con un porcentaje mayor al 80% en las últimas encuestas. Resulta previsible constatar que en el 2021, el cadáver político que hoy por hoy es Lenín Moreno, terminará por desaparecer del panorama de una vez por todas, sin ser recordado nada más y nada menos por encontrarse entre los más nefastos y despreciados desde la vuelta a la democracia.
Por otra parte, el gobierno anunciaba recientemente un nuevo recorte presupuestario en sueldos a funcionarios que ascenndería a 455 millones USD. Si estos recortes dentro de las instituciones públicas durante el 2019 provocaron el despido de más de 25.000 funcionarios públicos, este precepto presupone un mal augurio para el año 2020 y solo exacerbará la ya catastrófica situación de la sociedad en general.
La disyuntiva principal para ester 2020 parece radicar en la redefinición de la correlación de fuerzas sociales y políticas. Se destacan como principales ejes la restructuración de movimientos y fuerzas sociales, además de una simultánea superposición de intereses corporativistas a las necesidades del pueblo por las élites de siempre.
Una lección que nos deja este 2019 y la cual indudablemente seguirá marcando el rumbo político a nivel de calle y sociedad en el 2020 se perfila alrededor de un proceso generalizado de reorganización de las fuerzas sociales a lo largo y ancho del continente. Desde Brasil, pasando por Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile, los pueblos parecen haber adquirido un nivel de consciencia colectiva sin precedentes en la historia reciente de América Latina. Auguramos el cambio que estos procesos puedan generar y fecundar. ¡Que retiemble en sus centros la tierra! Llegó la hora de los pueblos.
Referencia fotográfica:
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