Un año en Crisis
Ha pasado poco más de un año desde que Revista Crisis salió “al aire”, durante este tiempo hemos desarrollado nuestra labor periodística y de análisis político con un solo objetivo, aportar herramientas para la organización de un nuevo referente de izquierda en nuestro país. Difícilmente podremos contabilizar, más allá de lo cuantificable de nuestras redes sociales, el impacto real de nuestro trabajo. Esa “nueva izquierda revolucionaria” aún no existe como espacio orgánico, autónomo, con programa, estrategia y táctica. De ninguna manera nos arrojamos el patrimonio exclusivo de su emergencia, tampoco creemos que somos la entidad con mayor claridad respecto al tema, sin embargo, mantenemos las mismas preocupaciones de hace un año, porque continuamos viendo y viviendo el mismo tiempo de prácticas y concepciones de esa izquierda aburrida y trasnochada, encapsulada en un marxismo mecánico o en los márgenes del populismo estatista.
Palpamos un miedo constante a la auto crítica, a la ruptura de las zonas de confort que cada organización o colectivo ha desarrollado con tal de mantener la “esencia” intacta, aún reconocemos demasiados “curas y monjas” de “izquierda”. No creemos que la constitución de una nueva izquierda revolucionaria, tal como ciertos sectores en aras de la unidad por la unidad plantean, pueda pasar por alto tales detalles, menos aún cuando en función del realismo político o la pureza izquierdista se ha olvidado el horizonte histórico de la revolución, que a nuestro entender no puede desvincularse del anti capitalismo, el desmantelamiento revolucionario del Estado nación, el feminismo popular como práctica social, la auto defensa legítima, etc.
A la “izquierda” le falta valor para hablar de lo polémico, no considera la importancia de la organización política, de la violencia. Su cinismo le vuelca a conocer al pueblo cada fin de semana, en la peregrinación al barrio popular, que satisface una supuesta superioridad política, desde el escritorio y las salas de conferencia, esa dinámica, ese cinismo ilustrado no aporta más que a mantener unas cuantas vanidades personales, avivando el conflicto sobre lo personal.
Esta dura crítica no solo toca a quienes nos han interpelado, invitado a alguna reunión, sino también a quienes integramos Revista Crisis, pues reconocemos las claras limitaciones de un medio digital ante una tarea que nos sobrepasa en tanto individuos y colectivo. Toda minoría revolucionaria debe ejercer la crítica y la autocrítica de forma sostenida hasta convertirse en un hábito, pues eludir ambas esconde una actitud cómplice.
No somos gente “culta”, no “somos intelectuales” de salón, no queremos ser la vanguardia iluminada, queremos aportar a construir una fuerza que supere y diluya a las débiles identidades que aún persisten en las discusiones de “izquierda”. Apostamos por un proyecto revolucionario que recoja lo más valioso de las tradiciones revolucionarias de la historia moderna y nuestro legado ancestral, seguiremos escribiendo y reportando hasta cumplir con este objetivo.
Un año en Crisis no es nada, resistir la Crisis es poco, salir de esta Crisis lo es todo.