América Latina en disputa

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Lunes 19 de Octubre de 2020

En medio de la pandemia del Covid-19, la lucha de clases se acentúa en América Latina. Entre los ciclos electorales en Bolivia y Ecuador, la víspera de los comicios del 3 de noviembre en EE.UU., además de continuos estallidos sociales en Chile y Colombia, dibujan la silueta de las trincheras actuales y venideras en las cuales se disputa el poder político, económico y popular a lo largo y ancho del continente.

Este domingo se celebraron elecciones en Bolivia, bajo la inminente y renovada amenaza de un nuevo golpe de Estado, con las calles de La Paz militarizadas y la OEA cumpliendo nuevamente como veedor electoral. Recordemos al golpe de Estado del pasado 10 de noviembre de 2019, el cual depuso a Evo Morales tras 13 años en el poder. Cómo sucedió el año pasado, este mismo domingo, el candidato del MAS, Luis Arce, se declaraba victorioso en primera vuelta. En un principio, el Tribunal Supremo Electoral de Bolivia había anunciado la necesidad de esperar a que el escrutinio concluya el martes, y la eliminación del conteo rápido. Hasta el momento, el desenlace del proceso boliviano parece ser el reconocimiento de la victoria contundente y en primera vuelta de Arce con más del 52% de los votos.

Si bien desde todos los rincones del continente latinoamericano augurábamos el masivo apoyo popular que el candidato del MAS tendría, no termina de sorprender la improvisada nueva cara demócrata del régimen dictatorial de Ánez, quien para la media noche de ayer ya felicitaba a los ganadores. Sin embargo, vale la pena mantenerse alertas hasta que no sean reconocidos oficialmente los resultados desde el TSE, ya que hace menos de un año, el golpe ultraconservador manchaba de sangre el suelo boliviano, con una cruz y una biblia en una mano, y las armas en la otra. Indudablemente los acontecimientos en Bolivia, tanto del 2019 como del 2020, podrían servir como una suerte de hoja de ruta replicable en otras latitudes como Ecuador ante los comicios venideros del 7 de febrero de 2021.

En Chile, la revuelta popular cumplía un año el pasado 18 de octubre, con miles de personas en las calles de Santiago y el resto de ciudades del país. Al mismo tiempo, el gobierno de Piñera no aplaca la ola de violencia que ya en la actualidad parece representar una serie interminable de crímenes de lesa humanidad en contra del pueblo de Chile. En una semana, el 25 de octubre, se celebrará la constituyente chilena, con las calles militarizadas. Casi simultáneamente, Colombia se prepara para una jornada de Huelga Nacional con la llegada de la Minga indígena a Bogotá para unirse a las movilizaciones convocadas para el 21 de octubre. Paralelamente, el 10 de octubre el ex presidente y eterno jefe paramilitar Álvaro Uribe Vélez recuperaba su libertad, después de ser investigado por soborno a testigos. Este suceso fue celebrado por Donald Trump, quien lo tildó de “héroe” y un “aliado de EE.UU. en la lucha contra el castro-chavismo”. No hay sorpresa alguna.

Por supuesto, nada de lo antes mencionado pasa desapercibido por las embajadas de los Estado Unidos en cada país del continente. En medio de este apogeo, el imperialismo yanqui arremete en América Latina de forma franca, tras la visita de Mike Pompeo a los países limítrofes con Venezuela, después de una escalada en tensión contra el gobierno de Maduro. Tensiones que bien podrían devenir en una potencial invasión al país bolivariano. Después de su paso por Guyana, Surinam y Colombia, Pompeo se reunía en Brasil con el canciller bolsonarista Ernesto Araújo. Tan solo tres semanas después de su visita, el ejército brasilero condujo la “Operación Amazonas”, en la cual se desarrolló un simulacro de escenario de guerra en la frontera con Venezuela, involucrando a casi 4 mil soldados. Este es un claro ejemplo de las aspiraciones militaristas del gobierno de Bolsonaro a nivel regional, enfocadas en implementar los preceptos de Washington a puño y letra.

De manera casi simultánea, el 8 de octubre pasado, el gobierno argentino de Fernández-Fernández se doblegaba ante los EE.UU. y su grupo diplomático de países satélites autodenominado como el Grupo de Lima, votando en contra de Venezuela en la ONU.  En el informe que tuvo el apoyo de Fernández -escrito por la Alta Comisionada para los Derechos Humanos y ex presidenta de Chile, Michele Bachelet- se condena a Venezuela por supuestas violaciones a los derechos humanos. Aparentemente, la maquinaria imperialista yanqui planea desplegar todo su arsenal ante una posible vuelta de los progresismos latinoamericanos.

Respecto a las elecciones en EE.UU., tal parecería que ante el triunfo del ex vicepresidente de Obama, Joe Biden, se impulsaría un curso de mayor intensidad y agresividad enfocado en un “cambio de régimen” en Venezuela. Sin duda, los próximos meses preparan vientos turbulentos para América Latina, ante una estrategia imperial reforzada por las aspiraciones de las burguesías locales, que pretenden perpetuar el neoliberalismo servil como modelo de gobierno.

En el contexto ecuatoriano, el día de ayer se oficializó la candidatura propuesta por el correísmo: Aráuz –Rabascall, que tuvo varias apelaciones en su proceso de inscripción. Arauz, como candidato progresista, lidera las encuestas de intención de voto, con una propuesta principal de revertir las medidas neoliberales del gobierno lacayo de Moreno. Mientras tanto, el candidato neoliberal, Guillermo Lasso aparentemente sigue perdiendo apoyo y simpatía popular, pero no de la oligarquía nacional.

Después de este agitado fin de semana, caben varias dudas: ¿Cuáles van a ser las consecuencias de la experiencia boliviana para el Ecuador? ¿Tiene sentido que después de invertir en un golpe de Estado, se reconozca tan fácilmente una nueva victoria del MAS en Bolivia? ¿Terminan las intervenciones imperialistas en América Latina con los gobiernos de Moreno, Piñera y Duque? Siendo Latinoamérica un territorio en disputa, EE. UU. se contenta con perder de vista a lo que considera su “patio trasero” en un sentido geopolítico? ¿Es este el comienzo del fin de la hegemonía imperial estadounidense en suelo americano, o qué es lo que se viene?

 

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