El caso Balda, el correísmo y la izquierda

BALDA

El caso Balda demuestra una vez más la estrategia de judicialización de la política que el gobierno de Moreno sostiene junto a la oligarquía ecuatoriana, en conexión con la agenda que el imperialismo norteamericano ha impuesto sobre América Latina. Su objetivo es más ambicioso que el enjuiciamiento y posible encarcelamiento de Rafael Correa, es si se quiere, una acción que señala el oscuro devenir del escenario político nacional, legitimando las medidas anti populares en curso.

La alianza gobierno-oligarquía-imperialismo, sostenida jurídicamente con la victoria del NO en la Consulta Popular, posicionada mediáticamente por los grandes medios de difusión controlados por la derecha – localizada dentro y fuera del gobierno –, busca anular políticamente a su principal contendor, Rafael Correa, y por ende al Movimiento Acuerdo Nacional (MANA), organización que aún se encuentra en proceso de registro. Logrado este objetivo, en sintonía con el guion norteamericano aplicado hasta ahora en Argentina, Brasil, Venezuela o Nicaragua, no solo se destruirá la “principal” identidad de oposición al gobierno, cuya estructura partidista aún se encuentra en construcción, sino que golpeará y eliminará con mayor decisión los derechos conquistados por el pueblo en las calles durante el neoliberalismo de los años 90 e inicios del 2000.

El correísmo en los actuales momentos se encuentra aún tratando de sobreponerse del estado de shock que supuso la “traición” de Moreno a la Revolución Ciudadana, tanto por su improvisada organización política y desarrollo ideológico, como por la contundente acción del gobierno y sus aliados que supieron destruir sin mayor resistencia a Alianza País y su militancia. Difícilmente el correísmo volverá a tener el rol hegemónico que tuvo hace diez años, si su discurso no trasciende el estrecho margen emocional de su militancia.

Tenemos claro que de ninguna manera el correísmo dejará solo a su principal referente, Rafael Correa, pero es necesario que este expanda su racionalidad hacia la defensa de los derechos adquiridos por el pueblo en las calles, luego materializados en la Constitución de Montecristi en 2008, y sucedidos durante la Revolución Ciudadana, con todas las limitaciones y errores que la modernización capitalista evidenció. Así mismo, es necesaria la crítica y auto crítica de forma pública y transparente, contra aquellos políticos de profesión en contradicción con las bases. Sin este viraje táctico el correísmo no podrá ganar a esos sectores no correístas que identifican a la Revolución Ciudadana con corrupción y oportunismo.

El aparato estatal hegemonizado por la derecha tiene campo abierto para llevar a cabo las medidas de ajuste previstas en el retorno neoliberal que experimenta el país: reducción del Estado, flexibilización laboral, eliminación de impuestos en beneficio de la clase dominante, etc. Se requiere con urgencia de la unidad de la izquierda revolucionaria sobre una agenda programática anti neoliberal, que sume a los sectores progresistas, democráticos y revolucionarios en un gran frente de tipo internacionalista, anti oligárquico y anti imperialista.

Reconocemos que por ahora la izquierda revolucionaria no puede brindar un horizonte superador por ahora al correísmo, ni a las bases que lo constituyen, ni a los sectores populares seducidos por dirigencias que han claudicado ante la propaganda de la derecha. Sin embargo, insistimos que el único horizonte posible en el mediano y largo plazo, es la radicalización de las luchas, la organización de estructuras político-sociales sustentadas en el poder popular en todos los ámbitos, caminando hacia el socialismo.

 

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