El estado de excepción profundiza el exterminio

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Martes 18 de Agosto de 2020

La renovación del estado de excepción del pasado viernes 14 de agosto da cuenta de la profundización del extermino al pueblo ecuatoriano. No se trata simplemente de la extensión por 30 días más de la semaforización, y por ende, del toque de queda o la restricción de reunión o circulación. Se trata de una política que busca contener la indignación y preparar el escenario ideal para la transición declarada a un régimen autoritario ya en curso, en base al miedo y la persuasión.

El exterminio no solo busca confundir, en base a la dicotomía correísmo vs. anti correísmo, bases del movimiento indígena vs. cúpula reaccionaria de Pachakutik, o la lucha contra la corrupción. Su objetivo puntual es el aniquilamiento ideológico, político, organizativo e individual de todas las voces críticas al neoliberalismo,y en especial de los sectores revolucionarios, por más minoritarios que sean. Todo esto, pensando en un marco de acción regional coordinado entre Estados Unidos y las clases dirigentes de América Latina.

El caso de Bolivia ilustra claramente los niveles de operación ideológica, legal, política e incluso, de uso de la fuerza represiva, a los que el bloque de poder acude para implementar su agenda destructora. Una política de “tierra quemada”, donde el objetivo fundamental es exterminar al pueblo y las voces críticas mediante todas las formas posibles, sean “legales” o ilegales. El Ministerio del Interior boliviano anunciaba en los días anteriores que considera “políticamente correcto” disparar a las masas de personas que se encuentran obstaculizando carreteras en repudio a la dictadura. Bolivia cuenta actualmente como el laboratorio en el cual se ensayan las medidas de exterminio que tarde o temprano se extenderán por todos los regímenes autoritarios de América Latina.

Finalmente, la extensión del estado de excepción declara las intensiones del gobierno de Moreno con una claridad aterradora, donde solo la voluntad de unidad, la contundencia ideológica y programática y la fortaleza organizativa – sea al nivel que sea –, pueden marcar una agenda popular anti neoliberal para enfrentar el exterminio. La madurez, la voluntad, la claridad del análisis fuera de dicotomías idealistas, debe construir con urgencia la esperanza para el pueblo ecuatoriano.

 

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