¿Hacia dónde marcha el FUT?
Diversas organizaciones que integran el Frente Unitario de Trabajadores (FUT) se dieron cita en Quito este jueves 20 de septiembre bajo la consigna “contra la corrupción y el neoliberalismo”, congregando unos 4.000 asistentes. Durante la movilización la dirigencia del FUT se dedicó a cubrir únicamente sus “frentes externos”: a) denunciar al gobierno de Moreno por su entreguismo y medidas anti populares, b) atacar al “correísmo”, a quien identifica como el causante principal de la debacle económica y política que vive el país, descuidando por completo el “frente interno”, hecho evidenciado en la falta de autocrítica de su devenir político y organizativo, el reciclamiento de dirigentes, y la complicidad con Julio César Trujillo, actual presidente del CPCCS-T, pieza fundamental en el proceso de desinstitucionalización y “descorreización” que lleva al país al agujero neoliberal.
El FUT, al igual que otras organizaciones e identidades políticas de extracción popular, no es un cuerpo homogéneo, de allí la importancia de disputar ideológicamente sus bases, con el objetivo de brindar una orientación alternativa a la ya acostumbrada política “tradicional” por sus dirigencias.
Para transformar al “movimiento obrero” es necesario desmarcarse de dos organizaciones que encuentran protagonismo y tribuna en el FUT, la Unidad Popular y el PCMLE. No es posible la emergencia de un nuevo movimiento obrero y sindicalismo clasista, sin que estas dos organizaciones – y sus cuadros –, caracterizadas por el uso excesivo de la violencia, inclusive contra el mismo pueblo, así como prácticas patriarcales, misóginas, y agenciosas, sean separadas de la dirección del FUT. Además, también está la controvertida figura de Mesías Tatamuez y compañía, con su “hiperpresidencialismo” de varias décadas en la CEDOCUT, quienes en su afán por “descorreizar” al país, comparten queriéndolo o no, la agenda de la derecha y el imperialismo – tan solo recordemos la campaña por el Sí en la pasada Consulta Popular –.
De ninguna manera la crítica aquí expuesta pretende “revivir” la práctica que el Estado – como aparato de clase – desarrolló durante la Revolución Ciudadana, persiguiendo a las organizaciones populares so pretexto del rol agencioso de sus dirigencias. Pensamos que la unidad y la construcción de una nueva identidad y movimiento político social en el mediano y largo plazo, debe iniciar barriendo todo lo que impide el desarrollo de una corriente revolucionaria en el pueblo.
La recomposición del movimiento popular tomará varias décadas – si lo pensamos más allá de las carreras electorales en curso o el culto a la base organizada –, y deberá expresarse como una gran red construida sobre la consciencia y la capacidad organizativa para crear sus propias instituciones levantadas sobre el poder popular. Dicha identidad y movimiento político social no se desarrollará sobre los escombros de las actuales organizaciones, no será ni la izquierda clásica ni el progresismo “recargado”, sino algo que las supere en cantidad y calidad. Es por esto que continuamos preguntándonos, ¿hacia dónde marcha el FUT?